Nuestra vida es como si fuera una serie de televisión. Con sus temporadas, divida cada una en diez capítulos, numerados del cero al nueve… Bueno, al menos así es como nosotros vemos nuestra propia vida según las conclusiones de un estudio realizado por los psicólogos estadounidenses Adam Alter y Herb Hershfield, y cuyos resultados se han publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
Según los investigadores, cada vez que cumplimos una edad acabada en nueve (19, 29, 39, 49…), tenemos la sensación de estar cerrando una de esas temporadas, de completar un ciclo y a punto de comenzar otro. Y observaron que en ese momento nos planteamos afrontar nuevos retos, hacer cosas diferentes. Por ejemplo, Alder y Hershfeld comprobaron que el 48,9% de las personas que corrían por primera vez una maratón lo hacían precisamente al celebrar un cumpleaños acabado en 9. Y no solo eso, resulta que además los corren mejor. Porque el estudio también demuestra que el 37% de esos debutantes cuya edad acaba en dicho dígito hacen de media mejores marcas que corredores con otras edades más dispersas. «Es porque se toman más ens erio su entrenamiento», explica el profesor Elder. «Y eso se debe precisamente, a que afrontan la carrera como un reto personal en el que buscan el impulso para afrontar una nueva etapa vital, una nueva década».
Y la cosa no se limita a calzarse las zapatillas y salir a correr. Los investigadores también comprobaron que las personas en esa situación son más propensas a vivir aventuras sentimentales al margen de sus parejas habituales, e incluso de cometer suicidio. «Es el efecto psicológico de las fechas redondas», prosigue Elder. «Igual que se celebra de forma especial cada cambio de siglo, el ser humano afronta el cambio de década como el final de una etapa».
Redacción QUO