Cuando alguien sabe cantar o bailar flamenco de forma excepcional se dice que tiene «duende». Hasta la fecha se trataba de un don casi imperceptible, que parecía imposible de definir objetivamente y que solo podía apreciarse a través de la pasión y el amor por este arte. Pero ahora, un grupo de investigadores de la Universidad de Granada han logrado captar por primera vez la huella térmica del duende del flamenco.

En el estudio participaron diez alumnas del Conservatorio Profesional de Danza de Granada, que llevaban al menos una década bailando flamenco.Todas ellas se sometieron a diversas pruebas en las que, mediante un termógrafo de última generación, los científicos midieron su temperatura en reposo, mientras bailaban, y también mientras veían vídeos de otros bailaores.

El resultado fue que las bailaoras que se concentraban en su danza experimentaban un estado que los autores del estudio definieron como «estrés empático», y cuya manifestación física fue que sufrieron un descenso de 2,1º C en la temperatura de su nariz y glúteos. Y ese descenso era menor, de solo un 1° C, cuando visionaban una grabación de otras bailaoras.

«Nuestros experimentos», explica Elvira salazar López, una d elas autoras del estudio, «demuestran que, cuanto mejor es la técnica al bailar, menor es el estrés empático del sujeto. Sentir el duende implica un estado emocional contrario a tener empatía y la temperatura de los glúteos y la nariz es un excelente marcador que determina una mejor comprensión emocional del flamenco, que implica, en términos psicológicos, un mayor estrés empático»

Redacción QUO