El mundo de la escena está repleto de supersticiones, pero una de las más curiosas es la existencia de obras consideradas malditas. La que peor reputación tiene de todas es Macbeth. Se dice que quien la representa ha condenado su carrera al fracaso; pero no hace falta llegar a tanto, porque basta con mencionar su nombre o recitar solo cuatro versos seguidos para atraer a la fatalidad. Por eso, muchos actores ni mencionan su título: se refieren a ella como “la tragedia escocesa”. Además, se cuentan numerosas historias de accidentes y tragedias (algunas reales, como el incendio en 1964 de un teatro de Lisboa donde se representaba la obra) vinculadas a esta pieza. ¿Pero de dónde viene su mala fama? De la propia noche de su estreno, en 1606, cuando el muchacho que iba a interpretar el papel de lady Macbeth falleció en un accidente horas antes de subirse el telón. Aquello se consideró un presagio funesto que pareció quedar confirmado cuando la obra se convirtió en uno de los escasos fracasos comerciales de Shakespeare.

Redacción QUO