En total cien voluntarios, reunidos por un equipo de investigadores de las universidades de China y Nueva York. Divididos en tres grupos: unos que estaban enamorados, otros que lo estuvieron hace poco y un tercer grupo que nunca había caído en las garras de Cupido. Todos fueron sometidos a resonancias magnéticas durante las cuales se les pedía que no pensaran en nada en particular.
Los resultados mostraron que varias áreas del cerebro evidenciaban una mayor actividad en aquellos que habían manifestado su condición de enamorados, incluso en las áreas del cerebro relacionadas con la recompensa, la motivación y la regulación de las emociones, así como en la red de la cognición social.
El grado de actividad en estas regiones se correlacionaba directamente con la duración del estado de enamoramiento. Por ejemplo, para el grupo de los que recientemente habían cortado la relación, cuanto más tiempo había pasado, menor era la actividad en estas áreas. Esta es, según el estudio publicado en Frontiers in Neuroscience, la primera evidencia empírica de alteraciones relacionadas con el amor en el cerebro.
El profesor Xiaochu Zhang, de la Universidad de Ciencia y Tecnología de China, aseguró que “hasta ahora no se sabía si el amor romántico afectaba a la arquitectura funcional del cerebro. Tenemos una conclusion pionera para afirmar que esto sucede”. Los resultados permitirán crear pruebas futuras que demuestren si de verdad una persona está enamorada.
Juan Scaliter