El director Gus Van Sant acaba de presentar en Cannes su nueva película Sea of trees, protagonizada por Matthew McConaughey que encarna a un estadounidense que tras sufrir una profunda crisis viaja a Japón con la intención de poner fin a su vida en el bosque de Aokigahara.
Ese bosque realmente existe y las leyendas locales cuentan que durante las hambrunas del siglo XIX, muchas familias de campesinos abandonaron allí a su suerte a sus hijos, al no poder alimentarlos. Esas dramáticas historias hicieron que el lugar congiera fama de estar encantado y poblado por espíritus que buscaban venganza. Pero lo que lo ha hecho mundialmente famoso es que, actualmente, es uno de los lugares preferidos por los suicidas de todo el mundo para quiatrse la vida. De hecho, solo el Golden Gate de San Francisco le supera en el número de muertes intencionadas que allí se producen.
Las autoridades locales calculan que, desde 1988, la cifra anual de suicidios en este bosque oscila entre las ochenta y las cien. Por eso, el lugar está plagado de carteles con frases animosas que tratan de hacer recapacitar a los futuros suicidas. El bosque está también repleto de muñecos, fotos y otras reliquias que los familiares y amigos de los fallecidos dejan allí para honrar a sus muertos.
Pero también se producen muertes accidentales ya que, según se cuenta, los yacimientos magnéticos que hay en ese lugar provocan en ocaisones que los GPS dejen de funcionar, haciendo que muchos viajeros se pierdan en las entrañas de este misteriosoy luctuoso bosque.
Redacción QUO