Ya no son los bárbaros quienes amenazan el esplendor de Roma. Ahora, la corrupción y la neglicencia son los principales enemigos de la llamada «ciudad eterna» que, según denuncias las autoridades, se encuentra al borde del colapso. Años de abandono, sumados a los fectos de la erosión y la contaminación, han hecho mella en los maravillososmonumentos de la ciudad, que necesitan desesperadamente ser restaurados.
Por si fuera poco, la ineficiencia burocrática, la corrupción y las huelgas interminables, han provocado un deterioro en los serivicios de esta ciudad publada por por más de 2,8 millones de personas, y causando una imagen deplorable entre los miles de turistas que se acercan a ella.
«Es inaceptable que una gran ciudad que se define como desarrollada pueda encontrarse en un estado de tal decadencia», argumenta Giancarlo Cremonesi, el presidente de la Cámara de Comercio de la ciudad. «Las oraciones del papa no serán suficientes. Aquí necesitamos un milagro del Señor para que Roma emerja en buen estado».
Redacción QUO