La década de los 30 se asocia a madurez emocional y estabilidad económica, pero al parecer estos no son factores decisivos ni suficientes para predecir el éxito de un matrimonio. Un análisis estadístico en la Universidad de Utah indica que el riesgo de separación alcanza un pico alto después de esta edad. El estudio, dirigido por el sociólogo Nicholas H. Wolfinger, confirma también un dato que ya se sospechaba: el riesgo de acabar en divorcio en un plazo corto es mayor en los jóvenes que se casan antes de cumplir 20 años. No necesita mucha explicación. La persona aún está definiéndose y empezando a organizar su vida. Pero a partir de esta edad, las posibilidades de lograr un matrimonio duradero aumentan progresivamente, hasta que, a principios de los 30 caen de nuevo.

Para quienes esperan a los 40 años o más para casarse, las expectativas deberían ser halagüeñas, pero Wolfinger expresa sus reservas: “El problema está en la capacidad para elegir. Quienes esperan demasiado para casarse, pueden no encontrar a la persona ideal. Quizá la gente que pasa más tarde por el altar tiene una variedad menor de potenciales maridos o esposas, porque aquellos más predispuestos a triunfar en el matrimonio ya lo están haciendo”.

Redacción QUO