Vivió hace unos 7.400 años en lo que hoy se llama Cova Bonica (Vallirana), cerca de Barcelona. Uno de sus dientes, recuperado ahora por un equipo de investigadores de España y Dinamarca, ha revelado que esta mujer tenía la tez clara y los ojos oscuros. Nos importa porque perteneció a una de las primeras oleadas de agricultores que llegaron a Europa a través de Anatolia procedentes de Oriente Medio. Su forma de vida desplazaría en el Neolítico a la reinante aquí, la de los cazadores-recolectores. Y porque muchos de los actuales pobladores de la Península Ibérica descendemos de esos inmigrantes.

Estos datos son el resultado de la secuenciación completa del genoma de la agricultora a partir del material recuperado en uno de sus dientes. Esa decodificación ha reforzado además la idea de que estos individuos que llegaron hasta nuestras costas tenían el mismo origen que los que siguieron el Danubio curso arriba hasta Centroeuropa. De este último grupo se contaba ya con material genético hallado en Alemania y Hungría y la comparación entre ambos ha permitido establecer esa raíz común.

El estudio ha sido publicado en la revista Molecular Biology and Evolution. El director de la investigación Carles Lalueza-Fox, del Instituto de Biología Evolutiva, un centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha explicado que forma parte de un proyecto más amplio para obtener información sobre las poblaciones ibéricas desde el mesolítico hasta la Edad Media. Con él desean “comprender la génesis de las actuales y detectar afinidades con movimientos poblacionales transeuropeos”.

Pretenden llegar a secuenciar material de más de cien individuos y ya tienen unos cincuenta. Entre ellos, se encuentra el Hombre de La Braña, en León, un cazador que vivió 600 años antes que la mujer de Cova Bonica. El mismo equipo investigador recuperó su material el año pasado y evidenció que tenía los ojos azules y la piel más oscura que los europeos actuales.

Pilar Gil Villar