Están dispuestos a revolucionar el concepto de aprender y tocar música. Su proyecto Oval, un hand pan electrónico, les ha permitido formar parte del selecto grupo de las 101 mentes más innovadoras que hay en España.
– Cómo surgió la idea de Oval?
Ravid Goldschmidt. Soy músico y toco percusión desde hace muchos años. Concretamente, con el hang y el bell, unos instrumentos musicales de acero. El problema es que tengo nueve y pesan mucho. No es difícil imaginar el enorme esfuerzo que supone ir al aeropuerto solo con tres cajas gigantes de 10 kg cada una. Necesitaba una solución.
Álex Posada. Esa es una de las razones por las que Ravid vino a mí. Nos conocimos a través de un amigo común. Yo soy ingeniero. Trabajo desarrollando instrumentos y tecnología desde hace muchos años y me propuso hacer una única cosa portable, ligera, con la misma forma y en donde pudiera meter todas las notas. Fue hace dos años.
RG. También se da la circunstancia de que imparto muchos talleres en los que enseño la técnica que he desarrollado para tocar este instrumento. Proporciono los recursos para tocar un hang o un hand pan. El problema es que cuando los alumnos se van a casa no pueden practicar porque no tienen con qué. Comprarse uno es difícil porque casi no hay, además de que su precio va desde los 2.000, 3.000 euros para modelos de poca calidad, a 10.000 euros el bueno. Ahora, casi todo lo que se vende es de segunda mano.
– Pero, exactamente ¿qué es un hang?
AP. La primera versión vino de Suiza, de una pareja de lutiers que se inspiraron en los steel drum, de Jamaica; producen un sonido muy característico. Basándose en esta idea, desarrollaron el hang, que es como una variación del steel drum, pero con mucha más riqueza armónica. El sonido es muy bonito, muy característico. Empezaron a venderlo con éxito, pero también comenzaron a tener lista de espera. Yo estuve unos meses allí, trabajando en su fábrica y aprendiendo como lo hacían. El problema fue que, al haber tanta demanda, pronto hubo copias en el mercado. Pero hacer ese instrumento es muy complejo. Su fabricación es manual, pura artesanía. No se puede industrializar y los tres o cuatro productores que hay apenas pueden satisfacer la demanda. Es necersario esperar de dos a cuatro años para conseguir uno bueno.Cierto que hay mucha oferta, pero la mayoría de lo que existe no sirve para nada. Además, son muy frágiles a la hora de transportarlos y complicados de afinar: si les da el calor, por ejemplo, tienes que tirarlo a la basura.
– Y entonces buscaron ustedes una solución al problema
DG. Bueno, la idea inicial era crear un instrumento a nivel educativo. Queríamos hacer algo útil, de bajo coste, que la gente lo pudiera conectar a un iPhone, a un Android, que tuviera la forma de un hang y los mismos sonidos, pero sin la servidumbre del peso. Y que además fuera digital, reprogramable y que respondiera no solo a los sonidos de un hang, sino a cualquier otro que uno pudiera imaginar.
Queríamos hacer algo útil, de bajo coste, que la gente lo pudiera conectar a un iPhone, a un Android, que tuviera la forma de un hang y los mismos sonidos, pero sin la servidumbre del peso
AP. A partir de ahí empezamos a trabajar. Monté un equipo de trabajo con un par de ingenieros, otros dos programadores, algún diseñador. En Sonar de 2014 presentamos un prototipo y arrancamos con una campaña de crowdfounding que hemos lanzado en junio de este año 2015 y que ya ha finalizado. O sea, hemos estado un año mejorando, escribiendo, preparando, definiendo las necesidades, haciendo vídeos, hablando con artistas, mostrándolo a mucha gente para que pudieran probarlos y nos dieran el feedback de lo que se podía mejorar, etc.
– ¿Es muy complicado tecnológicamente?
AD. Sí y no. Comparado con un ordenador, obviamente no mucho, pero tampoco es sencillo. El problema es que combina muchas cosas diferentes que han de funcionar muy bien por separado, pero también en conjunto. Esa es la parte más compleja. Yo estoy acostumbrado a desarrollar electrónica, placas… Ahí no tengo ningún problema. Y si lo hay, se soluciona, se vuelve a fabricar, es algo relativamente rápido. Por otra parte, mi socio de diseño industrial está acostumbrado a hacer objetos que se fabrican con moldes o con tecnología de producción digital. Es decir, se le da un forma y se acaba ahí el trabajo. El problema es que aquí tenemos que combinar ingeniería industrial, diseño, materiales, fabricación 3D con moldes e inyección de diferentes tipos de materiales. Y todo eso hay que integrarlo con la electrónica y, sobre todo, con la parte más compleja, que es el diseño de los sensores. Para poder abaratar costes y hacer el instrumento muy sensible, desarrollamos una tecnología propia que nos ha llevado mucho trabajo. Es una combinación de diseño, con inyección de molde de silicona, más electrónica. Son muchos elementos y todo debe “ir muy fino”. Hay que hacer muchas pruebas, realizar muchas interacciones… Es un proceso muy lento
– Pero es necesario saber un poco de música ¿no?
AP. Yo soy ingeniero de telecomunicaciones. Me metí también en la música hace muchos años. Digamos que combinaba la parte técnica con la parte artística. Desde muy jovencito me hacía mis propios instrumentos musicales, con tecnología. Con ellos creaba espectáculos. Estaba más vinculado con el ámbito cultural que con el tecnológico. Mi pasado es técnico, pero al mismo tiempo musical. Es más, aparte de Oval tengo un estudio que se llama MID donde desarrollamos proyectos artísticos relacionados con el sonido y la luz. No tiene nada que ver, pero son ideas creativas.
– ¿Esta Oval indicado solo para quienes están empezando?
DG. No, ni mucho menos. El rango es muy amplio. Realmente no está dirigido a nadie en concreto. Los músicos son los más receptivos a priori porque les ofrece posibilidades que otros controladores musicales que hay en el mercado no proporcionan. Tiene una vertiente muy profesional. Pero hay otra doméstica para quienes tengan un iPad, un iPhone o un teléfono y estén acostumbrados a la tecnología. Para ellos, para los que no saben nada de música pero quieren aprenderla, estamos desarrollando un software en formato app.
Oval está dirigido a los profesionales, pero también a quienes no saben nada de música y quieren aprenderla
– ¿Cómo funciona realmente Oval?
AP. Es un instrumento electrónico de percusión. Se trata de una interfaz física que en sí misma no genera sonidos, sino que necesita de un ordenador o de un hardware adicional, es decir, de un teléfono o de un iPad para poder funcionar. Es en el dispositivo donde el usuario tiene la aplicación con los sonidos al que se le dice “ahora quiero un sonido de flauta o de violín, ahora quiero un hang, ahora deseo cambiarle las notas porque estas no me gustan”. El sonido sale del iPad y entonces tú tocas con cascos, auriculares o en directo amplificado. A nivel expresivo, la interfaz que se utiliza es el Oval, a nivel sonoro el sonido sale del otro lado. Es en el instrumento donde se realizan los cálculos, los algoritmos que detectan donde tocas, con qué fuerza lo haces, qué zonas presionas más, cuáles menos. En función de todo eso, se generan los mensajes y se emite el sonido a través del sofware del móvil. Todo esto nos permite abaratar muchísimo los costes para poder ofrecer el producto a 499 euros.
– ¿Cuánto hay de innovación, perseverancia y conocimiento en este proyecto?
AP. Innovación es prácticamente todo. Hemos trasladado el instrumento acústico a uno digital. Hemos inventado prácticamente todo. Tenemos mucho know how en electrónica, sensores… Luego, cada uno de los miembros que se ha ido incorporando al equipo es especialista en una cosa diferente. O sea se ha innovado mucho en todos los campos.
– ¿Cuándo empieza la venta?
AP. Ahora comenzamos la fabricación. Es un verdadero reto porque son áreas que no tenemos tan controladas. Ya tenemos 600 unidades reservadas y esperamos poder llegar a mayo del año que viene con todo listo, sin pérdidas. Nuestra intención es lanzarlo comercialmente en todo el mundo en esa fecha con una red de distribuidores que ya estamos tanteando en diferentes países.
– ¿Veremos una orquesta formada solo por instrumentos Oval?
DG. Ya estamos pensando en ello. Lo pondremos en marcha dentro de poco.
Marta García Fernández