Es inquieta, curiosa, le gusta experimentar… Tanto, que es una de las 101 mentes innovadoras que hay en España.

Alba Flores. Yo quería ser inventora. De hecho llevo leyendo la revista QUO desde que soy muy pequeña, desde los 8 o 9 años. Ya de niña me quería dedicar a la ciencia, pero luego me di cuenta de que todo lo que quería hacer era dificilísimo. Yo anhelaba diseñar cacharros para volar, para viajar en el tiempo… Cuando vi que no lo iba a poder llevar a cabo en el mundo real, me dije “pues voy a ver si lo consigo de mentira siendo actriz”.

– ¿Llegó a intentarlo?

Me encantaba experimentar. Hacía muchos ensayos. Tenía unos cuantos libros de esos de ciencia para niños, con pruebas prácticas. Me encantaba llevarlos a cabo. Mi padre me compró un microscopio con televisión. Te hablo de la época de los 90. Yo lo pasaba todo por su lente. Creo que sigo haciendo un poco eso. Me gusta someterlo todo al microscopio y ver de qué están hecho un personaje, una historia.

– O sea que su espíritu investigador sigue intacto

Soy una buscadora incansable, sigo haciendo mil cursos, queriendo conocer más el mundo, a mí misma un poco más también. Ese es mi camino. Me atrae mucho la aventura, lo nuevo, lo diferente lo que supone un reto. De hecho, los trabajos que acepto implican siempre un desafío, un viaje, una inmersión en otra cultura. Siempre es algo muy diferente.

– ¿Y ahora que le gustaría hacer?

Me encantaría ser una científica del teatro. Lo llevaría a su raíz más ancentral, lo sacaría de los edificios y lo haría más accesible. Lo trasladaría a las plazas, a los barrios, lo desproveería de su halo clasista o exclusivo.

Me encantaría ser una científica del teatro, lo llevaría a su raíz más ancestral y lo desproveería de su halo clasista y exclusivo

– ¿Está dando algún paso en ese sentido?

Llevo ya algunos años con el teatro experimental. Es lo que más me gusta hacer, descubrir nuevos caminos a la hora de subirse a un escenario, de plantear una propuesta al público…

– Sorprende que no quiera experimentar con la música.

De alguna manera, tengo una educación musical. Toco la guitarra, canto, también le doy algo a la percusión. Siempre he tenido instrumentosa mano. Esa parte está muy desarrollada en mí. Lo que pasa es que de ahí a dedicarme profesionalmente a ello… A lo mejor siento que algún día, como artista, tengo algo que decir con la música y entonces me lanzaré sin ningún problema. Pero, de momento, la he utilizado combinada con la actuación.

– ¿Qué habría que cambiar en el mundo del teatro?

Estaría muy bien que desde la Administración hubiese un poco más de ayuda. Aplicar un 21% de IVA a una entrada de un espectáculo es poner una mina a la cultura. Pero además de eso, yo creo que está muy bien que el teatro se esté abriendo a corrientes menos tradicionales, más experimentales, a una manera nueva de confluir a trabajar. Se trata de un proceso creativo conjunto. Cada vez tiene que haber más comunicación entre las diferentes estamentos: actores, autores…

– ¿Cuál ha sido el mejor acierto de su carrera?

Está por llegar. Ha habido muchas cosas que debería haber hecho de otra manera, pero lo miro como aprendizaje. Como más se avanza es haciendo. Te pueden enseñar, ir a clases, proporcionarte herramientas para enfrentarte al mundo profesional, pero a la hora de interpretar uno aprende a base de prueba y error.

Marta García Fernández