En 2008 se inauguró en el archipiélago noruego de Svalbard la llamada Bóveda del Fín del Mundo. Se trata de un enorme depósito subterráneo que alberga muestras de semillas de 860.000 variedades diferentes, procedentes de casi todos los países del mundo, con la intención de preservarlas de hipotéticos cataclismos futuros como pudieran ser guerras nucleares o epidemias.
Pues bien, no ha hecho falta esperar a una catástrofe de semejante envergadura. La actual guerra en Siria ha obligado a las autoridades de dicho país a rescatar parte de las semillas que aportaron al proyecto, para reemplazar las de un banco de genes situado en las proximidades de la ciudad de Alepo, y que se habían perdido por causa de las hostilidades.
Las semillas han sido solicitadas por el Centro Internacional de Investigaciones Agrícolas en Zonas Áridas (ICARDA) de Siria que, hace dos años, trasladó su sede de Alepo a Beirut a causa de la guerra. En total, pretenden recuperar casi 130 cajas de las 325 que aportaron en su momento, y que contienen unas 116.000 semillas.
Redacción QUO
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