Cuando Osama Amin (un médico iraquí, residente en Inglaterra) se encontraba recorriendo el Museo Sulaymaniyah, en Bagdad, la capital iraquí, no pensó que una de las imágenes que estaba tomando con su cámara tendría el potencial de cambiar los orígenes de la literatura universal. Se trataba de un fragmento de la tablilla V que contenía unas 20 líneas, hasta ahora desconocidas de la Epopeya de Gilgamesh. Este poema sumerio, escrito hace unos 4.000 años, es la obra épica más antigua conocida.

La tablilla estaba compuesta de tres fragmentos y tenía una descripción muy vaga de su contenido. Algo habitual en los últimos tiempos.

Tras la invasión a Irak, los museos y sitios arqueológicos fueron arrasados por contrabandistas y ladrones que vendían lo recuperado al mejor postor. En este contexto, el Museo Sulaymaniyah llevó a cabo una iniciativa para recuperar los tesoros robados: pagarle a los contrabandistas para que los interceptaran. No se les hacía preguntas sobre la procedencia de los objetos ni quién hacía la venta. En 2011, el museo adquirió por este método cerca de 90 tablillas de arcilla, muchas aún cubiertas de barro. Pese a que se desconoce la zona exacta donde fueron halladas, se cree que provienen de la zona de Governorate, en Irak (Mesopotamia).De acuerdo con el profesor Farouk Al-Rawi (de la escuela de Estudios Africanos y Orientales de Londres), la tablilla V era una obra original por la que se pretendía una gran suma. Finalmente se terminó pagando unos 650 euros por ella.

A partir de ese momento comenzó la limpieza de la tablilla y su estudio. Comparando el relato que se ofrecía allí con otras versiones originales, los expertos descubrieron que el relato se extendía y aportaba nueva información sobre la Epopeya de Gilgamesh. Entre las más importantes figuran los monos que Gilgamesh y Enkidu vieron en los Bosques de Cedro, algo que no se menciona en otras versiones, se dan detalles de personajes (como el de Humbaba, el guardián del Bosque de los Cedros) y se aporta información nueva sobre el enfrentamiento entre Humbaba y Gilgamesh.

Redacción QUO