Hace un par de semanas revivíamos un hecho que nos resulta ya, por desgracia, asquerosamente familiar. En San Bernardino (California) murieron 14 personas a consecuencia del extremismo religioso. Cuando los cuerpos y fuerzas de seguridad estudiaron el atentado, se percataron de un dato sorprendente: uno de los autores materiales del tiroteo era una mujer.
Según expertos en comportamiento humano, es un dato que choca. Existe una clara evidencia de que las mujeres son mucho menos violentas que sus compañeros varones, especialmente cuando se trata de asesinatos en masa, hecho que es un fenómeno principalmente masculino. Según explica James Garbarino, psicólogo de la Universidad Loyola de Chicago, «las matanzas en masa por parte de mujeres es tan raro que ni tan siquiera se ha estudiado. No hay suficientes casos».
Por lo general, las mujeres son menos homicidas que los hombres. En Estados Unidos, por ejemplo, las mujeres cometen entre el diez y el trece por ciento de los homicidios. Además, cuando una mujer mata, son mucho menos propensas que los hombres a elegir armas de fuego para ello. Según Adam Lankford, profesor de justicia penal, solo el ocho por ciento de los autores de homicidios por arma de fuego son mujeres. Los crímenes más ligados al género femenino se llevan a cabo mediante intoxicaciones (40%) o incendios (20%).
La mujer de los ataques de San Bernardino destaca especialmente por su sadismo. Según Mary Ellen O’Toole, quien se dedicaba a hacer perfiles en el FBI, «hay que ser muy sádico para entrar en una habitación y comenzar a disparar contra gente inocente. Este tipo de violencia es casi exclusivamente masculina».
Género y violencia
Los motivos que pueden llevar a una persona a cometer un crimen son muy individuales. No todos los hombres y mujeres que asesinan lo hacen por las mismas razones. Según subrayan los expertos, cada caso es único, aunque reconocen que los hombres son más propensos a la violencia. Según Garbarino, esta brecha de género en cuanto a homicidios se da en casi todas las culturas del mundo.
No hay respuestas simples para contestar a la pregunta de este titular. La teoría más fácil de aceptar probablemente sea evolutiva. El varón, durante miles de años ha sido ‘premiado’ por ser violento. Hasta hace recientemente poco, la lucha agresiva por conseguir algo o lograr aparearse era de lo más común. De hecho, la frustración sexual es un tema recurrente en los perfiles de muchos de los hombres que cometen matanzas masivas, los cuales dejan siempre en evidencia su odio por el sexo femenino. «Por el contrario, no estoy enterado de que en ninguna atacante mujer de este tipo, a pesar de la muestra tan reducida que tenemos, se haya evidenciado una frustración sexual».
El género juega también un papel importante en los tiroteos ocurridos en escuelas, un fenómeno particularmente masculino. Según explica Katherine Newman, socióloga de la Universidad de Massachusetts, «nunca ha habido un tiroteo en un colegio perpetrado por una mujer. Los autores de este tipo de crímenes pueden haber vivido un guión cultural que equipara la violencia con la masculinidad». La mayoría de ellos no están solos, sino que tratan de unirse a grupos sociales donde comparten su experiencia de decepción y humillación. Intentan cambiar su «personaje» perdedor por algo más atractivo que podríamos definir como un antihéroe.
Las niñas, en cambio, no disponen de ese guión cultural o bagaje histórico en el que un antihéroe violento es algo atractivo, ya que su reputación depende de otras cuestiones que poco o nada tienen que ver con esto.
Lankford no descarta de que en el caso de la mujer asesina de San Bernardino «puedan influir problemas mentales o tendencias suicidas».
Fuente: livescience.com
Redacción QUO