En nuestro refranero existen más de 155 sentencias breves referidas al vino, un sutil indicador de lo que importante y presente que está en nuestras vidas esta deliciosa bebida elaborada a partir de la uva. Tanto es así, que lo hemos convertido en un arte: la enología, una ciencia que ha ganado un nutrido número de seguidores ya sea de forma profesional o amateur.

Quien conozca a un buen aficionado a la cata de vinos sabrá de la multitud de ‘gadgets’ que le acompañan para ejercer su tarea: termómetros, decántadores sónicos dignos de Doctor Who, los vinómetros, ideados para medir la graduación alcohólica de los caldos… y un sinfín de accesorios. Pero, según explica James Molesworth, editor senior de la revista Wine Spectator, para CNN: «no necesitas mucho más que un decantador sencillo, un sacacorchos y copas».

Y precisamente en el último de estos elementos pueda estar el secreto para ‘rizar el rizo’ en una cata de vinos. Y no se trata solo de estética. Todos esperamos que cuando nos sirven un buen vino lo hagan de la forma más elegante posible, ya que este detalle parece advertir a nuestro cerebro de que está probando algo realmente exclusivo. Pero no es la apariencia lo que nos engaña y hace el sabor de la bebida aún más delicioso, sino la forma en la que ha sido diseñada la copa.

Copas especiales para probar 300 tipos distintos de vino

Varios fabricantes de copas aseguran que la estructura de la copa puede afectar al sabor final del vino. Riedel, una empresa austriaca, ha diseñado copas especiales desde 1958 con el fin de apreciar en su totalidad el sabor de 300 tipos distintos de vino. Según explica a CNN , miembro de la décima generación de propietarios de la empresa familiar, «la copa es una herramienta hecha para lidiar con los muchos factores que contribuyen al sabor del vino, tales como la fruta, la neutralidad y la acidez, y equilibrarlos«.

La afirmación de Riedel ha sido confirmada por la ciencia. Según un estudio reciente realizado por científicos del Instituto de Biomateriales y Bioingeniería de la Universidad Médica y Dental de Tokio, la forma en que se evapora el etanol depende de la estructura de la copa.

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Cuando el vino se calienta, las moléculas suben. Ese color rojo que veis en la foto corresponde a grandes concentraciones de etanol que se están evaporando en diferentes copas a 13 grados Celsius. Kohji Mitsubayashi, responsable de la investigación, utilizó tres copas de vino distintas. Fue así como se percató de que en la copa de vino estándar se creaba un «patrón de vapor en forma de aro, que permite que los bebedores aprecien la bebida sin que interfiera el olor del etanol, que es muy similar al del vodka».

Así que ya sabes, si quieres disfrutar de un buen vino, elige bien la copa. Eso sí, como dice Riedel, no esperes milagros. «Una copa de vino no puede hacer que un vino malo se vuelva bueno».

Fuente: cnn.com

Redacción QUO