Ava Gardner, Rita Hayworth, Lauren Bacall… las hemos visto en multitud de ocasiones interpretando el papel de femme fatale, una villana que usa sus armas de mujer para seducir y dejar fuera de juego a un despistado héroe. En muchas de esas películas, el pintalabios femenino se convierte en una evidencia central del crimen, razón por la que la atractiva malvada acaba con sus huesos en la cárcel. Más o menos igual que en la vida real, aunque con menos glamour, claro.
[image id=»78608″ data-caption=»» share=»true» expand=»true» size=»S»]En las comisarías donde se resuelven crímenes de verdad, alejadas del drama de Hollywood, a los detectives no les es tan sencillo vincular la mancha de carmín encontrada en la escena de un crimen con una marca y modelo concreto. Y mucho menos conectar esta evidencia con una posible sospechosa. ¿Por qué es tan complicado? Elaborar una barra de labios es artesanía pura. Si a esto le añades el temor del fabricante a que la competencia analice su producto y descubra sus componentes secretos, comprenderás el difícil trabajo al que se enfrenta un forense a la hora de desenmarañar la fórmula inicial e identificar su marca y modelo.
[image id=»78609″ data-caption=»» share=»true» expand=»true» size=»S»]Ahora, un grupo de científicos de la Western Illinois University, ha conseguido crear una técnica fácil y económica con el fin de hacer más sencillo este proceso. La idea, presentada ayer en una conferencia de la American Chemical Society (San Diego), consiste en aislar cada componente por separado y después pasarlos por una sencilla técnica conocida como cromatografía de gases. Pero, antes de entender esto, veamos el difícil proceso de fabricación de una barra de labios.
¿Cómo se fabrica una barra de labios?
Fabricar una barra de labios hoy en día es un proceso que dura alrededor de 40 horas. Uno de los ingredientes esenciales para comenzar este proceso es la cera de abeja o la lanonina, una cera natural producida por unas glándulas sebáceas de algunos mamíferos (también conocida como grasa lanar). Posteriormente, se mezcla esta base con el pigmento durante un periodo de unas cuatro o cinco horas. Para que el resultado sea una mixtura homogénea, este proceso se realiza en una cuba con la ayuda de una hélice a unos 90 grados de temperatura. Después, la mezcla se pone sobre unos moldes que se calientan hasta que la textura es la deseada.
El siguiente paso ahora es dejar que se enfríe y extraer los futuros carmines de sus correspondientes módulos. Para corregir imperfecciones (como grietas o rugosidades) se pasa el pintalabios cerca del fuego, lo que le da también su característico brillo. Es el momento también de añadir los conservantes necesarios para su posterior comercialización. Por supuesto, el proceso no podía terminar sin antes pasar unos más que exigentes controles de calidad. Bastantes más que los que pasó el robot del siguiente gif.
[image id=»78619″ data-caption=»» share=»true» expand=»true» size=»S»]¿Cómo se puede pillar a una femme fatale?
Como ya sabéis, para conseguir su textura y brillo el carmín contiene aceites, ceras, pigmentos y conservantes, además de pequeñas cantidades de metales pesados. Cada lápiz labial tiene dos o tres componentes que le hacen diferente de los demás y que permite averiguar finalmente de qué marca se trata. Para lograrlo, los forenses deben primero eliminar los aceites y las ceras con un disolvente orgánico.
Después, los investigadores analizaron el resto del carmín separando sus diferentes componentes. Lo intentaron con diversos métodos que están disponibles en la mayoría de laboratorios, pero con el que mejor resultado obtuvieron fue con una técnica conocida como cromatografía de gases. Este proceso volatiliza la muestra y esta deja una firma única a medida que se convierte en vapor. Gracias a este método, los investigadores elaboraron un archivo de 40 tipos distintos de pintalabios. Esto significa que si un investigador se topa con carmín en su escena del crimen, puede acudir a los colegas de la Western Illinois University para comprobar si lo tienen fichado en su base de datos.
[image id=»78621″ data-caption=»» share=»true» expand=»true» size=»S»]Hay que reconocer que, en la mayoría de los casos, la marca del pintalabios y el color no es una evidencia irrefutable para resolver un crimen, dado que muchas personas pueden tener ese carmín y existen muchas razones por la que la mancha de uno de ellos puede acabar en un lugar determinado. Aún así, cualquier cosa que pueda ayudar a resolver un crimen es bienvenido.
Los investigadores aseguran que su técnica es mucho más económica que cualquier otro tipo de método utilizado para analizar barras de labios. Esto se debe a que la mayoría de laboratorios están equipados para poder llevar a cabo la cromatografía de gases, con la ventaja de que los científicos no requieren ningún entrenamiento especial para hacerlo. Sin embargo, su técnica sí que es mucho más invasiva y destructiva con las pruebas que por ejemplo la técnica de espectroscopia Raman, que puede llegar a procesar muestras sin contaminar las pruebas o sacarlas de las bolsas de pruebas.
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Fuente: eurekalert.org
Redacción QUO