Puede ser, sin duda, el náufrago más célebre de todos los tiempos. Un personaje de ficción creado por el escritor Daniel Defoe. Pero sus aventuras están inspiradas en las de un aventurero real: Alexander Selkirk, un pirata holandés que en vivió varios años en la más absoluta soledad en la isla de Juan fernández, cerca de las costas de Chile.

Selkirk se había enemistado con el capitán de su navío, por lo que fue abandonado con algunas armas y víveres en dicha isla. Una costumbre a la que los piratas de la época llamaban marroned. Afortunadamente para él, también le dejaron varios gatos como animales de compañía, algo que le salvó la vida en aquella isla infestada de ratas.

Alexander pensó que tendría suerte y que no pasaría mucho tiempo antes de que algún barco le rescatara. Pero, se equivocó y tuvo que esperar cinco años hasta que, en 1709, fue encontrado por la tripulación de un barco británico. El holandés fue descrito como un ser semisalvaje, que iba cubierto por pieles.

Redacción QUO