La ruta de la seda es el nombre que se le da a la red comercial que, desde el inicio de nuestra era, conectó la ciudad china de Xi’an con la actual Estambul. Atravesaba las llanuras de Mongolia, Persia… Y una vez en Turquía, se bifurcaba a su vez hasta África y Europa. Pero, ahora, un nuevo descubrimiento ha demostrado que la ruta también discurrió por caminos alternativos.
En 2005, un grupo de monjes encontró en el distrito tibetano de Ngari, una serie de tumbas, con unas 1.800 tumbas de antiguedad. Y, ahora, Houyuan Lu, arqueológo del Instituto Científico de Beijing, acaba de presentar los resultados obtenidos tras varios años estudiando dichas tumbas y los restos hallados en ellas.
Su conclusión es que los dichos restos pertenecían a antiguos comerciantes chinos, lo que vendría a corroborar que la ruta de la seda se bifurcó en un camino alternativo a través de las montañas del Tíbet, tal vez para esquivar a los bandidos que acechaban en las llanuras y estepas. Esta posibildiad ya se había esbozado con anterioridad pero, hasta la fecha, no se había encontrado ninguna prueba que la confirmara.
Por otra parte, en esas tumbas también han aparecido restos de hojas de té, lo que demuestra que esta bebida llegó al Tíbet casi quinientos años antes de lo que se pensaba.
Redacción QUO