Después de estudiar los mecanismos de la endorfina (neurotransmisores que genera el sistema nervioso central en respuesta a dolores muy intensos, cuando nos enamoramos o durante el orgasmos), Katerina Johnson, del departamento de Psicología Experimental de la Universidad de Oxford, decidió testar otro de las áreas en la que está implicada la endorfina: el establecimiento de lazos afectivos duraderos.
“Las endorfinas son parte de nuestro circuito del dolor y el placer – explica Johnson –. Son los analgésicos naturales del cuerpo, aún más fuerte que la morfina, y también están vinculados al placer. Estudios previos sugieren que promueven los lazos afectivos en humanos y en otros animales. La teoría indica que las interacciones sociales desencadenan emociones positivas, ese bienestar que sentimos cuando estamos entre amigos. Para poner a prueba esta teoría realizamos una prueba”.
Los expertos del equipo de Johnson realizaron test de tolerancia al dolor con el objetivo de comprobar si aquellos con un circulo más extenso de amigos, tenían mayor resistencia al dolor. Y el resultado, publicado en Nature, afirma que así es: la amistad es un analgésico.
“Las conclusiones – señala Johnson – resultan interesantes porque nuestro conocimiento afirma que en ciertos casos de desórdenes mentales, el mecanismo relacionado a las endorfinas no funciona correctamente, por ejemplo en los casos de depresión. Esta podría ser, en parte, la razón por la cual quienes sufren de depresión carecen de la capacidad de experimentar placer y se aíslan socialmente”.
Juan Scaliter