Data del año 1843 y fue el fruto de una idea del empresario británico Sir Henry Cole. Pero hay algo en ella inaceptable en tiempos modernos
La ilustración la realizó el dibujante John Calbott y se imprimieron 2050 ejemplares. Se vendieron todos al precio de un chelín por unidad.
La ingenua felicitación provocaría un notable revuelo en la época actual, ya que en ella se ve a una madre dando de beber una copa de vino a su hijo de corta edad. Eran otros tiempos.
Un destacado educador y mecenas de las artes, Henry Cole viajó en los círculos sociales de élite de la Inglaterra victoriana y tuvo la desgracia de tener demasiados amigos.
Durante la temporada navideña de 1843, esos amigos estaban causando mucha ansiedad a Cole.
Sir Cole, fundador del Victoria and Albert Museum en Londres, era un partidario entusiasta del nuevo sistema postal en Inglaterra, pero su éxito hacía imposible responder a todas las cartas de felicitación de navidad que llegaban, y en la Inglaterra victoriana, se consideraba de mala educación no contestar el correo”.
Cole tomó la ilustración de Horsley, un tríptico que muestra a una familia en la mesa celebrando la festividad, flanqueada por imágenes de personas que ayudan a los pobres, e hizo que un impresor londinense hiciera mil copias. La imagen se imprimió en un trozo de cartón rígido de 5 1/8 x 3 1/4 pulgadas de tamaño. En la parte superior de cada uno estaba el saludo, «PARA: _____», lo que le permitía a Cole personalizar sus respuestas, que incluían el saludo genérico «Feliz Navidad y Próspero año nuevo para ti».
Te puede interesar:
Las pruebas sugieren que los grandes felinos extintos con dientes de sable conservaban a sus…
La falta de datos de la industria química en la UE impide a menudo evaluar…
El cambio climático podría convertirse en el principal causante del declive de la biodiversidad a…
La vitamina D altera las bacterias intestinales de los ratones y como resultado mejora su…
Los científicos confirman la composición del núcleo interno de la luna, que consiste en una…
El cambio climático multiplica la amenaza de la resistencia a los fármacos antimicrobianos