El Museo del Louvre en Paris, se enfrenta a una auténtica emergencia. Las graves inundaciones que se han producido en la capital francesa obligan a evacuar todas las obras custodiadas en los sótanos de la institución. No ocurría algo así desde la II Guerra Mundial, cuando se trasladaron 4000 de sus cuadros (entre ellos La Gioconda) ante la amenaza que suponía la entrada de los nazis en París. Pero, en esta ocasión el reto es aún mayor. Se calcula que hay unas 220.000 piezas custodiadas en las zonas amenazadas por el agua. Pero, ¿cómo trasladarlas? Y, ¿a qué lugar?
En 2015 ya se había realizado un simulacro para aplicar los protocolos de evacuación en caso de desastre. Y, las conclusiones fueron que, las 72 horas que estaban previstas para llevar a cabo tan delicada operación, no eran un plazo suficientemente seguro. Por otra parte, el simulacro también demostró que el Museo no contaba con espacio suficiente para albergar todas las obras del sótano, y que la única solución era trasladarlas a otro lugar.
Esas conclusiones sirvieron para decretar la construcción de un nuevo depósito en la ciudad cercana de Lievin, que pudiera ser utilizado en caso de emergencia. El problema es que las obras no estarán concluidas hasta 2018, y las autoridades francesas están buscando desesperadamente un lugar en el que albergar sus tesoros artísticos.
De momento, hoy viernes se realizará un primera fase en la que, un millar de técnicos trasladarán todas las obras posibles a los pisos superiores de la institución. Y las que no quepan dentro del propio Museo se tratarán de llevar a otros lugares a lo largo del fin de semana, aunque aún no se ha decidido cuáles.
Lo que está sucediendo en Francia nos ha hecho preguntarnos que ocurriría en España ante una emergencia similar. En nuestro país, todos los Museos cuentan con un Plan de Autoprotección, que establece los protocolos a seguir en caso de catástrofe.
Según se detalla en la Guía del Plan para la protección de Colecciones de Museos, elaborada en 2008 a petición del Ministerio de Cultura, sea cual sea el tipo de catástrofe que se produzca (inundación, amenaza bélica…), existe tres tipos de nivel de alerta.
El nivel 3 sería el menos grave, en el que solo se verían afectadas algunas salas del Museo, y que podría solucionarse trasladando las obras allí contenidas a otras dependencias.
El nivel 2 ya es más preocupante, y es precisamente en el que ahora se encuentra el Louvre. Se produce cuando la amenaza afecta a los depósitos del Museo. En esta fase se requiere la intervención del llamado Equipo de Recuperación, un grupo de profesionales especialmente cualificados para este tipo de tareas.
El más grave de todos es el nivel 1, que se decreta cuando es todo el museo el que está amenazado. En este caso, la única solución consiste en trasladar todas las obras posibles, en el menor espacio de tiempo. Y, para ello, es necesario contar con personal externo a la institución. La intervención de unidades militares, por ejemplo, está contemplada si se llega a este punto.
Por supuesto, puede darse el caso de que no sea factible trasladar todas las obras contenidas en el museo y haya que realizar una selección. Pero, ¿quien toma esa decisión? En España, según el Plan de Autoprotección, esa responsabilidad le corresponde a los expertos de cada departamento del museo, que tienen entre sus tareas la de elaborar (y revisar cada cierto tiempo) una lista que clasifique cada pieza en función de su importancia.
Y esa importancia se determina según varios factores. Tal y como se explica en la Guía del Plan para la Protección de Colecciones de Museos, la condición de rareza hace que una pieza única se considere más valiosa que otra que aún se pueda encontrar en el mercado. También se tienen en cuenta el valor histórico, didáctico, simbólico, y científico de cada obra. Y, por supuesto, el económico. cada obra es puntuada del 1 al 5según cada uno d elos criterios mencionados y, las que acumulen más 5, serán aquellas cuya evacuación resulten prioritaria.
Desalojar las colecciones de un Museo es, como se ve, una auténtica emergencia nacional. E igual de complejo es garantizar que cada obra retornará a la institución una vez que el peligro haya pasado. Por ese motivo, todas las piezas evacuadas, además de convenientemente embaladas, llevan sellos y números de identificación que garanticen a los responsables de la operación, el seguimiento de las mismas, para evitar que puedan “desvanecerse misteriosamente”, en algún momento del proceso.
Vicente Fernández López