Un tornado con vientos de 240 km/h en Missouri arrastra a un hombre a 400 metros de distancia de su casa y lo deja caer violentamente contra el suelo. Tras este largo viaje, solo le quedan magulladuras y un ligero golpe en la cabeza. Los expertos aseguran que este milagro se debe a que sus huesos protegieron sus órganos internos y absorbieron el golpe de forma totalmente uniforme gracias a que, al estar inconsciente, sus músculos estaban totalmente relajados. Y es que nuestros huesos son el material más resistente y flexible que existe en la naturaleza. Pueden ser tan duros como el hormigón, y tienen la capacidad de resistir la torsión y el peso de manera asombrosa.
Así comienza El cuerpo humano al límite, la serie documental producida por Discovery Channel a la que corresponden las impactantes imágenes que ilustran este reportaje. Las últimas técnicas en 3D nos permiten viajar a lo más profundo de nuestro cuerpo y ver, al detalle, desde cómo se produce una rotura de ligamentos hasta cómo se comporta el cuerpo de un nadador tras cinco horas de travesía y el de un piloto de helicóptero de rescate en una situación de peligro. Decenas de casos reales en los que se ha puesto a prueba el engranaje que hace funcionar nuestra maquinaria interna, y que demuestran que su poder es mayor del que creemos.
Más allá del límite
¿Qué hace que un senderista con roturas de cadera y rodilla consiga llegar a un lugar habitado tras dos días arrastrándose por el bosque? En estas situaciones, nuestro cuerpo reacciona dando prioridad a la supervivencia, por lo que, en este caso, el protagonista asegura no ser consciente del dolor hasta que ve a sus rescatadores y se relaja. Nuestro cerebro actúa como un interruptor que baja la intensidad del dolor, como haríamos con el volumen de la radio, gracias a la liberación de la hormona endorfina. Otras veces, sin embargo, el cerebro ordena a todo el cuerpo ponerse alerta. Como en el caso de un escalador que cayó desde una altura de 10 metros con una roca de 540 kilogramos sobre él. Podría haber muerto aplastado al llegar al suelo, pero aunque en circunstancias normales los músculos no utilizan más que un tercio de sus fibras musculares en cada movimiento, en este caso las de los brazos, hombros y pecho se pusieron en funcionamiento todas a una para zafarse de morir lapidado. Tú también puedes.
Redacción QUO