Los illuminati que supuestamente gobiernan el mundo en secreto, los complots judeo-masónicos, la llamada teoría intraterrestre, los que piensan que nunca llegamos a la Luna… existen una gran cantidad de teorías conspirativas que jamás han podido ser demostradas. Las más populares, relacionadas con planes clandestinos de gobiernos o sociedades secretas. El caso es que, a pesar de la falta de evidencias, ya sea por diversión o por otras causas, son muchos los que tienden no solo a creerlas, sino a gastar una gran parte de su tiempo buscando pruebas que las verifiquen.

¿Qué mueve a estas personas a actuar así? Según un nuevo estudio publicado en la revista Journal of Experimental Social Psychology es una consecuencia del ostracismo y la soledad, la cual alimenta la superstición y la creencia en conspiraciones. Para llegar a estas conclusiones, los investigadores invitaron a varios voluntarios a involucrarse en un experimento. En él, las personas escribieron sobre una interacción desagradable reciente con amigos y después calificaron sus sentimientos de exclusión. También hablaron sobre la búsqueda de un propósito en la vida, la creencia en las conspiraciones (que el gobierno utiliza mensajes subliminales y las farmacéuticas guardan en secreto curas para diversas enfermedades), así como su fe en la actividad paranormal en el Triángulo de las Bermudas. Curiosamente, las personas más excluidas socialmente creían más en todas estas teorías, ya que su vida cobraba más sentido para ellos.

En un segundo experimento, se convocó a estudiantes universitarios y se observó su sentimiento de exclusión o inclusión por sus compañeros. Después, leyeron dos escenarios sugestivos conspirativos y uno sobre un ritual de buena suerte (que te pisen los pies antes de una reunión). Aquellos que se sintieron más excluidos, reportaron mayores creencias en teorías conspirativas que aquellos que se sentían arropados por sus compañeros.

Según el psicólogo y autor principal del estudio Alin Coman, de la Universidad de Princeton, «la gente piensa que los teóricos de la conspiración son bichos raros, pero incluso estudiantes universitarios de una universidad de prestigio pueden albergar estos puntos de vista. Cualquiera puede afianzarse en esta forma de pensar si se dan las condiciones adecuadas».

Fuente: scientificamerican.com

Rafael Mingorance