Se suponía que las relaciones de trabajo afectaban mu­cho al estado de ánimo. Investigaciones re­cientes han con­cluido que no es así.

La influencia de una persona sobre otra depende más de la implicación emocional que del tiempo que pasan juntas.

Hay más “contagio” si trabajan en un sitio pequeño y muy imbricado.

También han hallado que los amigos más cultos se afectan más los unos a los otros que los menos cultos (The New England Journal of Medicine).

Redacción QUO