En diciembre, nos enteramos de la noticia de la muerte de Alan Thicke, un veterano actor de la televisión americana, que es especialmente recordado por su papel de padre en Los problemas crecen, una popularísima telecomedia juvenil de los años 80. El intérprete vuelve a estar de actualidad después de que algunos miembros de su auténtica familia hayan revelado que una vidente le había advertido de sus problemas de salud, tres meses antes del fatal desenlace.
Aquí no creemos mucho en videntes, así que tendemos a pensar que la buena mujer o acertó por azar, o tenía un ojo clínico magnífico para descubrir en el rostro del actor los síntomas de la hipertensión. Y, ¿por qué decimos esto? Porque la autopsia reveló que el intérprete falleción de una disección aórtica.
Como su nombre bien indica, se trata de una rotura interna de la aorta, que hace que la sangre se extienda por entre las tres capas que forman esta vena, forzándolas a separarse. La rotura se va haciendo cada vez mayor y, si el paciente no es sometido rápidamente a una intervención quirúrgica, el resultado puede ser fatal. De hecho, se estima que menos de la mitad de los pacientes que sufren este cuadro logran sobrevivir.
Las causas que lo provocan pueden ser muy variadas, pero la más común es la hipertensión, aunque también puede producirse como consecuencia de un fuerte hematoma en el tórax.
Si resulta tan mortal, en parte es debido a que resulta muy difícil diagnosticarlo con precisión en un plazo muy breve de tiempo. La mayoría de los pacientes sienten un gran dolor en el pecho, lo que provoca que se confunda habitualmente con un infarto.
Los estudios revelan que lo padecen con mas frecuencia los hombres que las mujeres, y su incidencia es mayor a partir de los cincuenta años.
Vicente Fernández López