Quién iba a decir que una inocente semilla de palmera podría hacer tanto daño. Se las conoce como nueces de betel y son muy populares en Asia y en Oceanía por sus propiedades estimulantes.

Una décima parte de la población mundial la consume, lo que la convierte en una de las sustancias psicoactivas más utilizadas. Solo le adelantan el tabaco, el alcohol y las bebidas elaboradas con cafeína según informa la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Se suelen vender envueltas en hojas de betel, con el objetivo de que el consumidor se las tome como si fueran chicles. Al parecer, las semillas de la Areca catechu provocan una sensación muy parecida a la que se produce cuando tomamos un par de tazas de café potente o, según algunos, anfetaminas.

El problema es que una taza diaria de café, no mata. La nuez de areca, sí, ya que puede producir cáncer de boca. De hecho, nueve de cada diez mascadores de esta sustancia en Taiwán han sido diagnosticados con cáncer oral.

Según aseguran algunos consumidores de estas sustancias a CNN: «cuando mastico nueces de betel puedo trabajar mucho más tiempo ¡Son muy buenas!». Ni corto ni perezoso, el periodista de CNN se atreve a probarlas, «siento una descarga instantánea en mi cuerpo. Mi temperatura corporal se eleva y siento el sudor en la cara. Mi ritmo cardíaco sube rápidamente. La sensación más extraña es un hormigueo en mis antebrazos y puedo ver cómo se eriza el vello. Al mismo tiempo, mi boca se llena rápidamente de saliva y tengo que escupir. Es entonces cuando me doy cuenta de que el pavimento está lleno de pequeños charcos de jugo rojo.».

Fuente: CNN

Redacción QUO