La alarma entre los fieles cristianos celiacos saltaba hace pocos días al leer la última carta enviada por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos del Vaticano. En ella, se apuntaba que las sagradas formas sin gluten con las que habían estado celebrando la comunión se consideraban “no válidas”, pero en estas palabras existe una doble lectura que os vamos a explicar.

El documento en sí, encargado por el Papa Francisco y publicado el pasado 15 de junio, no es una nueva política que acabe de salir a luz. Lo que hace es recordar a los obispos, una vez más, que deben “vigilar la calidad del pan y el vino destinados a las Eucaristías, así como a aquellos que los preparan”. De hecho, ya en 2004, en un documento llamado Redemptionis Sacramentum se incidía con detalle en cómo debía ser preparada una Eucaristía y, por tanto, los elementos que formaban parte de la misma: “El pan que se emplea en el Santo Sacrificio de la Eucaristía debe ser de solo trigo y hecho recientemente, para que no haya ningún peligro de que se corrompa. Por lo tanto, no puede constituir materia válida el pan elaborado con otras sustancias, aunque sean cereales, ni aquel que lleva mezcla de una sustancia diversa del trigo, en tal cantidad que no se puede llamar pan de trigo (…) o introducir otras sustancias como frutas, azúcar o miel”.

Pero existen excepciones que sí son aptas para la Iglesia y para los celiacos y que sí contienen gluten, algo que ya ha recordado la Federación de Asociaciones de Celiacos en España (FACE) en una carta tras saltar la polémica. Recuerdan en ella que desde 1995 ya se dejó claro desde la Santa Sede que aquellos que son celiacos pueden tomar la comunión siempre y cuando la hostia sagrada contenga un mínimo de gluten que permita la panificación de la oblea, en este caso menos de 20 partes por millón (20 ppm). Una indicación que se lleva a rajatabla desde entonces y que obliga a quienes comercializan con este tipo de producto a prepararlas de esta forma. Por lo tanto, desde FACE han querido tranquilizar a sus asociados para que sepan que es un mero recordatorio de la normativa que estaba vigente y que podrán seguir celebrando la Eucaristía sin poner en riesgo su salud.

Para aquellos que incluso son alérgicos a una mínima parte de trigo y que quizá estaban tomando hostias con una base de otro cereal, como arroz por ejemplo, se les permite la celebración de la comunión tomando solo el vino. Y en caso de que este no se pueda consumir, por su contenido en alcohol, se puede cambiar por mosto.

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¿Por qué es necesario el trigo en la hostia sagrada?

En la Última Cena descrita por San Pablo en la primera carta a los Corintios del Nuevo Testamento apunta que Jesús “tomó pan, y después de dar gracias lo partió diciendo ‘este es mi cuerpo, que será entregado por vosotros, haced esto en memoria mía’. Del mismo modo tomó la copa y dijo ‘esta es la Nueva Alianza de mi sangre’. (…) Cada vez que comáis de este pan y bebáis de este vino estaréis proclamando la muerte del Señor”. Son estos versículos los que hacen que la Santa Sede católica se tome muy en serio que el pan sea pan, y el vino sea vino, en las proporciones necesarias para que estos dos elementos no se desvirtúen.

Por ello, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos también ha recordado que ambos productos deben ser “preparados por personas que no sólo se distingan por su honestidad, sino que además sean expertas en la elaboración y dispongan de los instrumentos adecuados”. Más ahora aún cuando existe libre mercado para ello, de ahí que recuerden a los obispos que los productos que usen sean de calidad y cumplen con la normativa.Y es que antiguamente eran las propias comunidades religiosas las que lo preparaban y se aseguraban de que estuviera en perfectas condiciones para su consumo en la Eucaristía.

Por lo tanto, todo sigue igual, y es simplemente una llamada a la atención para que la comunión siga los mismos parámetros allá donde se realice.

Fuente: LiveScience

Alberto Pascual García