Samuel Franco Domínguez, médico rehabilitador en el Hospital de Parapléjicos de Toledo. Entre sus películas favoritas: El planeta de los simios. Crencias religiosas: ninguna.

Esta es una mínima parte de su extenso perfil en Facebook. Por lo que nos interesa: ha creado un grupo de Médicos Rehabilitadores Españoles en esta red.

Es el prototipo de consumidor de nuevas tecnologías, de hecho también tiene un blog, un grupo en Google Groups y otro en Medbook.com (una red social exclusiva para médicos).

Franco es parte de la fauna endiabladamente heterogénea que hemos encontrado hurgando en redes sociales.

El objetivo era doble: saber si este fenómeno masivo sirve para algo más que chatear con amigos y si es posible elaborar un reportaje de investigación sin descolgar el teléfono, solo usando Facebook.

Hemos pasado 10 horas diarias saltando de red en red. Hemos contactado con científicos y altruistas, también con mirones y estafadores.

350 millones de perfiles adscritos a las cientos de redes sociales que existen en el mundo. Las hay mundiales (Facebook, MySpace…), locales (Tuenti, Hyves), para mascotas (Dogbook, Petster), para niños (Webkinz, Club Penguin…) e incluso para ricos y millonarios, como Asmallwall, a la que pertenecen Alejandro Agag y Tiger Woods. Nature Network, Biomed Network y BiomedExperts permiten poner en contacto a científicos que trabajen en la misma línea de investigación. Juan Quiles Granados, cardiólogo español, anima desde la home de la Sociedad Española de cardiología a participar en BiomedExperts: “En mi caso, estoy relacionado con 16.256 investigadores. Increíble, ¿no?”

Médicos ‘online’

“Al entrar en Facebook”, explica Sa­muel Franco, “me encontré con muchos contactos, en su mayoría médicos de mi especialidad, por lo que pensé que sería buena idea agruparlos. Mi colecti­vo es muy pequeño (apenas unos mi­les), y además, el trabajo es muy solitario: la mayoría estamos dentro de una consulta, o en un servicio de es­pecialistas, aislados en un hospital, así que solo intercambiamos información en congresos, cursos o a través de la web de nuestra asociación. El grupo de Facebook es más informal, así que resulta muy útil para hacernos consultas clínicas y recomendar artículos científicos. Mi idea es que, cuando estas vías de comunicación se utilicen más y mejor, podamos hacer estudios clínicos entre distintos hospitales, ya que facilitan el contacto y conocimiento entre compañeros. Que sea más fácil intercambiar protocolos y recursos que muchas veces se hacen solo para uso personal, como presentaciones audiovisuales para docencia, vídeos, folletos para los pacientes y otras muchas”, asegura.

Auxi Lemania es la creadora de un grupo sobre el síndrome de fatiga crónica y fibromialgia en Facebook. Ella misma padece estas dolencias, y ya tiene un blog relacionado con ellas. “Mi objetivo es ayudar con mi experiencia a quienes descubren que tienen esta enfermedad, compartir los avances científicos, cuando los hay, que se producen en todo el mundo y presionar para que la investigación no cese hasta en­contrar su origen”.

También fueron grupos de Facebook los que organizaron las manifestaciones contra las FARC posteriores a la liberación de Ingrid Betancourt y la celebrada en El Cairo tras la ocupación de Gaza por los israelíes. Y es que, si los movimentos sociales y la política están en la sociedad analógica, ¿por qué no en la digital?

Víctor Manuel Martínez Mu­ñoz, presidente de Nuevas Generaciones del PP en Murcia, tiene perfiles en Facebook, Tuenti y MySpace. ¿Por qué? “Estas herramientas hacen mi trabajo mu­cho más fácil. Me permiten estar en contacto directo con compañeros y amigos, lo que ayuda a enriquecer mi labor; por ejemplo, a la hora de escribir artículos de opinión, me permiten son­dear cómo está el ambiente y recoger diversas opiniones”.

Los analistas aseguran que el triunfo de Obama ha tenido a las redes sociales como principales protagonistas. No en balde, su coordinador de la campaña electoral online ha sido Chris Hughes, el cofundador de Facebook, y algunas fuentes aseguran que se gastó medio millón de dólares en anuncios en esta red social en los últimos meses de la campaña.

Pero no es el único. Rajoy y Zapatero también tienen páginas en las principales redes sociales que gestionan sus asesores. Pe­ro ¿por qué tomarse tantas molestias? Pues porque millones de posibles votantes están más tiempo conectados a su red social que viendo la tele.

La nueva audiencia

Durante nuestra investigación, Facebook ha cumplido cinco años, y el Grupo de Analistas y Medios de Comunicación informa de la actualización de una serie de datos oficiales que ilustran de qué está compuesta la población virtual. El promedio de amigos por usuario es de 120. Más de 15 millones de usuarios (hay 150 millones en todo el mundo) actualizan su estatus al menos una vez al día, y 3,5 millones se hacen fans de alguna página cada jornada. Según Facebook, se suben 850 millones de fotos al mes a sus servidores. Una afición que toma especial relevancia en Tuenti, la red social líder en nuestro país (5,1 millones de usuarios, seguida por los 3,5 millones de Facebook y el 1,3 de MySpace). Sus usuarios son muy jóvenes (tienen entre 15 y 25 años) y para acceder a ella es necesario ser invitado previamente por algún miembro.

Individualismo conectado

Entre adultos, la herramienta es la misma, pero el uso es diferente. De hecho, según un estudio reciente del Pew Internet & American Life, centro estadounidense referencia en tendencias relacionadas con internet: “Un tercio (el 35%) de usuarios adultos tiene un perfil en una red social, cuatro veces más que hace tres años”. Al hablar de adultos, este estudio se refiere a personas entre 45 y 65 años, porque entre 25 y 34, más de la mitad (el 57%) forma parte de una red. La explicación a este incremento es, se­gún Barry Wellmann, profesor de la Universidad de Toronto, Canadá, lo que él denomina “individualismo conectado” (networked individualism). ¿De qué se trata?
Antes, cada individuo tenía sus relaciones mucho más localizadas y reducidas (a su barrio, su pueblo o su ciudad). Hoy, forma parte de muchos grupos de amigos de diferente índole: de la infancia, universitarios, de varios trabajos, de estancias de estudios en el extranjero, etc.

Y muy al contrario de lo que se pensó que ocurriría, la red ya no nos aísla, sino que permite acceder a más gente y mantener con ellos una comunicación más asidua que la que tendríamos si tuviéramos que quedar para ver­nos. Lo confirma otro estudio del Pew Internet & American Life Project, titulado La fuerza de los lazos de internet: “Cuantos más emails enviamos, más tiempo pasamos con la gente o más tiempo hablamos con ellos por teléfono”. Otra ventaja de algunas redes sociales para uso adulto es cómo pueden ser utilizadas para enriquecernos, entre amigos o con desconocidos que compartan nuestras inquietudes, y con los que podemos acabar creando lazos de amistad. Es lo que algunos expertos han denominado “inteligencia colectiva”, o “sabiduría colectiva”; es decir, la experiencia y los conocimientos de todos los integrantes puestos en común en un punto de encuentro. Este es otro de los grandes potenciales de este fenómeno que a nadie se le escapa.

Amigos de conveniencia

Pero entre los adultos, al margen del intercambio de información, lo más importante es encontrar las que toda la vida se han llamado influencias, o contactos, es decir, aquellos conocidos en el entorno laboral con los que mantener una relación habitual puede ayudarnos en nuestra vida profesional, ya sea porque tienen influencias a alto nivel o porque nos faciliten nuestro trabajo.

Por eso, el perfil en LinkedIn debe ser nuestro currículo profesional, lo mejor vendido posible. En este caso, más que en otros, da caché tener una red cuajada de personas influyentes en tu ámbito laboral (dime con quién andas…). Estas redes se ofrecen como un escaparate para encontrar trabajo, y con­ferenciantes o expertos en ma­terias concretas. Según Anderson Analytics, el 60% de los usuarios de LinkedIn tiene unos ingresos de 93.000 dólares anuales.

Por supuesto, cuanto más grande sea tu red, más posibilidades tienes de que surja la oportunidad de tu vida, así que lo habitual es enviar invitaciones a todo aquel que conozcas (aunque solo te lo hayan presentado un día hace mucho tiempo).

Arte colectivo

Sin embargo, si te dedicas a alguna labor creativa, MySpace ha demostrado ser la red de contactos más adecuada. Desde su aparición, quienes creaban un perfil ponían el acento en sus inquietudes culturales (qué libros leían, qué música escuchaban, etc.).
De ese modo, esta red ha evolucionado hasta convertirse en una especie de gran centro cultural en el que los amantes de la expresión artística pueden consumirla de primera mano, y los creadores pueden hacer llegar su obra de manera directa y a millones de personas. Aprovechando todo este potencial artístico, recientemente una productora inglesa puso sobre la mesa un millón de libras para rodar una película creada y organizada íntegramente a través de esta red.
Así, durante meses, sus usuarios participaron en la elaboración del guión, la elección del director y el casting de los actores. El resultado, The Faint Heart, se estrenó en el propio MySpace el 29 de enero, y después en cines.
Sin embargo, no todo es un lecho de rosas. Los propietarios de estas redes conocen al dedillo los datos más íntimos de millones de personas que los han cedido gratuitamente y sin condiciones. Saben cuáles son sus afi­ciones, por dónde salen, adónde y con qué frecuencia viajan, etc.

Los e-nemigos

Cada semana saltan a los medios sospechas sobre el uso indebido de estos datos, sobre todo con fines publicitarios.

Por ejemplo, hace unos meses, Facebook in­corporó Beacon, un sistema de publicidad que consiste en la colaboración entre 44 páginas web (entre ellas, las de The New York Times, eBay, etc.), gracias a la cual, cada vez que uno de sus usuarios hacía una compra, por ejemplo, esto se traducía en un mensaje en su perfil (e instantáneamente en el de sus amigos). Una publicidad impagable, como reconoció el propio creador de Facebook, Marck Zuckerberg: “Nada nos influye más que una recomendación de un amigo en quien confiamos. Es más eficiente que el mejor mensaje televisivo. Es el Santo Grial de la publicidad”.

Poco después de instalarlo, los usuarios montaron en cólera, por lo que Zuckerberg no tuvo más remedio que renunciar a parte del dinero y permitir que solo quienes quisieran se dieran de alta en este servicio.
A nadie se le escapa que las redes sociales son un caramelo para cualquiera que desee vender algo a un target concreto. Desde Tuenti se defienden. Su responsable de comunicación, Ícaro Mo­yano, asegura: “Nosotros firmamos una promoción siempre que se convierta en un valor añadido para nuestros usuarios. Además, la negociación es ciega, de manera que el anunciante nunca sabe exactamente a qué usuarios va a ir dirigida. Nosotros escogemos los que se ajustan más a ese target, pero nunca negociamos con los datos privados de nuestros usuarios. El anunciante sabe que son su público objetivo, y con eso basta”. Esta red social española maneja la vida íntima de adolescentes, un colectivo muy vulnerable a la publicidad.

También recientemente, Facebook ha emitido un comunicado para defenderse de las informaciones que hablaban de la posible venta de datos personales de sus usuarios: “Facebook ha permitido, desde hace muchos años, la publicidad dirigida a objetivos, pero de modo que no haya una identificación personal, sino ba­sada en atributos de los perfiles. Por ejemplo, un anunciante po­dría dirigirse al público masculino de más de 30 años que tiene interés en el snowboarding. El anunciante no recibe ningún da­to sobre usuarios concretos”.

El futuro está en el móvil

Pero tus datos valen dinero. Hay quien los compra, y díficil será que quien los tiene no los venda. Obtenerlos será aún más fácil. Próxima parada: tu teléfono mó­vil. “El futuro de las redes sociales es la telefonía”, asegura Ícaro Moyano. Algo que demuestran las últimas cifras: aseguran que el 34% de los europeos utiliza sus celulares para acceder de manera exclusiva a redes sociales. Las tarifas planas y la configuración de accesos directos por medio de modelos como el iPhone y la Blackberry Storm lo están provocando. En Japón ya se ha creado incluso un teléfono diseñado expresamente para Facebook. Algo que aumentará la burbujeante actividad de estas redes… ¿hasta crear adictos? Una empresa belga ha creado Facecorette, una aplicación que venden como un parche, al estilo de los de nicotina, y sirve para desenganchar a los facebookaholics.

Dice Lászlo Barabási en su libro Linked, The New Science of Networks: “Las redes son la nueva geometría del mundo moderno. Comprenderlas se ha convertido en la disciplina que fue la ciencia de la cartografía de hace siglos”.

Esperamos que este reportaje te haya dado, al menos, unas coordenadas básicas.

Redacción QUO