Donald Trump sigue tomando decisiones polémicas. La última, su intención de prohibir que las personas transgénero puedan ocupar ningún puesto en el ejército de Estados Unidos ya que, según sus propias declaraciones: «son una carga, un coste y ahuyentan la victoria».

Actualmente, solo hay diecinueve países en el mundo que acepten oficialmente a las personas transgénero en las filas de sus fuerzas armadas, entre ellos España (pero también Israel, Francia, Reino Unido, Canadá, Argentina…). En nuestro país el acceso fue permitido en agosto de 2009.

Es imposible saber cuanta gente con esta condición ha servido en distintos ejércitos a lo largo de la historia, pero lo cierto es que hay abundantes ejemplos que revelan que su presencia en el campo de batalla no era algo insólito. Y el más famoso (y controvertido) de todos es el de Juana de Arco.

En 1429, durante la llamada guerra de los cien años, la santa y heroína francesa lideró un ejército de 12.000 hombres con el que liberó la ciudad de Orleans, que estaba en poder de los ingleses, e inició una campaña militar en la que logró varias sonadas victorias. La cuestión sobre su identidad sexual sigue siendo objeto de polémica. Oficialmente se considera que siempre fue una mujer, pero hay autores como Marina Warner o Leslie Fenberg que sostienen que Juana padecía disforia de género. Incluso, hay investigadores que han analizado los sumarios de su proceso judicial, y que afirman que hay detalles que pueden interpretarse en ese sentido, y que esa habría sido una de las causas por la que la inquisición la condenó a morir en la hoguera.

Resulta indudable que, a estas alturas, es imposible conocer la verdad sobre la auténtica identidad sexual de la heroína. Afortunadamente, hay otros casos en los que el asunto si parece estar más claro. Por ejemplo, en la guerra de secesión americana se sabe que, al menos, hubo doscientas mujeres que combatieron disfrazadas de hombres, y entre ellas hay varias que si están ya oficialmente reconocidas como personas transgénero.

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El ejemplo más famoso de todos fue el de Albert D. J. Cashier (nacido con el nombre de Jennie Irene Hodger), y que luchó en el ejército del general Grant en la batalla de Vicksburg. Fue herido en combate y capturado por los confederados. Pero logró mantener oculta su identidad sexual hasta casi el final de su vida. Solo se descubrió en 1911, cuando siendo ya un anciano, fue trasladado a un hospital tras ser atropellado por uno de los primeros coches. En 1999, un estudio realizado por la Universidad de Illinois sentenció que el suyo podía calificarse oficialmente como el caso de una persona transgénero.

Más controvertido es el ejemplo de la legendaria Calamity Jane, una pionera del lejano oeste que fue exploradora de la caballería americana, y amiga de Buffalo Bill. Varios estudios recientes sugieren que tenía disforia de género.

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Tampoco nos vamos a olvidar de la historia de James Barry, un famoso cirujano del ejército británico que sirvió durante la guerra de Crimea. Nació con el nombre de Margaret Ann Bulkley, pero se enroló en el cuerpo médico militar haciéndose pasar por hombre. Actualmente, hay autores que sugieren que su sexo era femenino al 100%, y que si fingió ser un hombre fue porque era el único modo que las mujeres de la época tenían para abrirse camino en la medicina o en el ejército. Pero un estudio realizado en 2001 por especialistas en anatomía patológica reveló que Barry (en el retrato de la derecha) podría haber padecido de hermafroditismo.

Vicente Fernández López