Tranquilos, los científicos aún no se han vuelto locos y han iniciado experimentos al estilo Cube. Más bien, han llevado a cabo una investigación para tratar de saber hasta dónde podrían llegar los seres humanos para proteger su honor.
Para averiguarlo, elaboraron un test de preguntas bastante peculiar. Según explican en el estudio, publicado en la revista especializada Social Psychological and Personality Science, la gente es capaz de todo para proteger su reputación, desde sumergir sus brazos en gusanos a cortarse una mano. Y todo porque nadie pueda llegar a pensar que son racistas.
Los investigadores, analizaron los datos de cuatro estudios previos, incluyendo la World Value Survey, una encuesta que se realiza en 100 países distintos y que investiga las creencias y valores humanos, así como cambian con el paso del tiempo.
Una de las preguntas incluidas en la encuesta era, «¿preferirías tener una esvástica tatuada en la frente o cortarte una mano?«. Esta línea de preguntas iba destinada a medir hasta qué punto la gente protegía su orgullo. Los resultados de dicha encuesta mostraron que el 70% de los voluntarios prefería cortarse una mano que lucir un símbolo nazi de forma permanente en su frente.
Los investigadores también descubrieron que un alto porcentaje de los voluntarios preferían ir a la cárcel, amputarse un miembro o la muerte, antes que dañar su reputación de formas diferentes (como ser acusado de criminal, nazi o pederasta). Ante la pregunta, «¿qué preferirías, morir ahora mismo o haber sido conocido en tu comunidad en los años 90 como un pederasta?» El 53% de los participantes aseguró que prefería morir en el acto.
El equipo, de la Universidad Estatal de Florida, la Universidad de Carolina del Norte y la Universidad de Queensland, citó otros ejemplos extremos de la historia de personas que defienden su honor, como los capitanes de barco que optaron naufragar con él antes que enfrentarse a la vergüenza después. Los investigadores, llegaron a la conclusión de que la gente defendería su honor llegando a situaciones extremas que estaban por encima de lo esperado inicialmente.
Para poder respaldar los estudios anteriores, el equipo llevó a cabo su propia investigación. Para ello, pidieron a un grupo de voluntarios que hicieran una prueba para «evaluar si eran inconscientemente racistas». Además, antes de pedirles nada, les informaron de que los resultados de los test habían demostrado que eran racistas (lo que era falso, claro) y que estos se harían públicos para el resto de la Universidad. Sin embargo, si querían demostrar que esto era mentira, tenían una opción: participar en un estudio paralelo en el que debían meter sus manos en un cubo lleno de gusanos para demostrar que no lo eran. Si lo hacían, no publicarían los resultados de la prueba inicial que demostraba que eran racistas.
Alrededor del 30% de participantes optó por poner sus manos dentro del cubo con el fin de proteger su reputación.
[image id=»91361″ data-caption=»» share=»true» expand=»true» size=»S»]Además, en otro experimento, también observaron que el 63% de los voluntarios estaban dispuestos a soportar el dolor físico con el fin de evitar que los investigadores difundieran información que dañaba seriamente su honor. Por otro lado, las mujeres eran más propensas a soportar el dolor con el fin de proteger su reputación, mientras que los hombres tenían menos problema en meter sus extremidades en un cubo con gusanos.
Redacción QUO