Según una nueva investigación dirigida por la ecologista Nalini Nadkarni de la Universidad de Utah en Salt Lake City, un poco de naturaleza puede ayudar a calmar incluso a la población más tensa y estresada.
El estudio ha sido realizado tomando como muestra presos en régimen de aislamiento. En el experimento, los científicos observaron cómo aquellos que veían vídeos con escenas donde se podía ver la naturaleza, se sentían menos estresados y eran menos violentos que aquellos que no disfrutaron del visionado. Según se explica en el estudio, publicado en la revista especializada Frontiers in Ecology and the Environment, Nadkarni propuso la investigación por primera vez en el año 2010. Se encontraba visitando una prisión de alta seguridad cuando le asaltó la idea. «Seis guardias con chalecos antibalas y todo el equipo antidisturbios tuvieron que entrar y someter a un preso en una silla de contención», explica. «Pensé, wow, si pudiésemos calmarlos con algo tan simple como la naturaleza en lugar de con chalecos antibalas y equipo antidisturbios, eso sería simplemente genial».
El gran potencial de los documentales de naturaleza
Pero la ecologista tardó varios años en encontrar una prisión que estuviese dispuesta a dejarla probar su hipótesis. Ahora, en cambio, los resultados del experimento han convencido a algunos funcionarios de prisiones para que permitan la entrada a la investigadora. Sin embargo, los más críticos con la teoría de Nadkarni alegan que el efecto podría ser utilizado para justificar el uso continuado del aislamiento, una práctica que algunos consideran demasiado dura.
Investigaciones previas han demostrado que ver regularmente vegetación, incluso desde una ventana, puede mejorar la salud física y mental de los pacientes de hospitales o presos. Nadkarni dio un paso más allá estudiando a reclusos en régimen de aislamiento, donde los internos pasan una media de 23 horas al día solos. El equipo de la investigadora dividió a los reclusos de la prisión del Rio Snake (Ontario, Oregón) en dos grupos de 24. El primer grupo, podía elegir entre hacer ejercicio hasta cinco veces por semana o ir a una «habitación azul» para ver 45 minutos de documentales que muestran diversas escenas naturales: montañas, bosques u océanos. A los del segundo grupo, se les ofreció ejercicio, pero no vídeos.
Los investigadores y el personal de la prisión evaluaron el estado de ánimo y los niveles de estrés de los reclusos y rastrearon incidentes violentos acaecidos durante el último año. Observaron que los reclusos que tenían acceso a vídeos de naturaleza reportaron sentirse más tranquilos y participaron en un 26% menos de incidentes violentos. En opinión del equipo, los resultados sugieren que las imágenes de naturaleza pueden ayudar incluso a poblaciones que no pueden disfrutarla en directo. Esta población incluye a los reclusos, pero también a las personas mayores que viven en una residencia o en zonas urbanas.
Según Renee Smith, director del área de salud mental de la prisión, la sala azul también ha ayudado a Snake River a ahorrar miles de dólares en costes médicos derivados de peleas y lesiones autoinfligidas. «Estamos muy emocionados», reconoce. El programa ya está siendo realizado en otros tres estados.
Una idea polémica
En opinión de Lisa Nisbet, psicóloga de la Universidad Trent de Peterborough, Canadá, «es, sin duda, un experimento naturalista bastante creativo. Imposible encontrar un grupo de personas más objetivo». Pero tanto ella como otros expertos advierten que es imposible saber con certeza si la exposición a la naturaleza tuvo un efecto beneficioso en sí mismo o también hubiese ocurrido con otro tipo de contenido. Sin este grupo de control adicional, «realmente no se pueden sacar conclusiones definitivas», explica Marc Berman, psicólogo de la Universidad de Chicago en Illinois.
Los autores del estudio reconocen esta limitación, pero afirman que se debe a que no hay personal penitenciario suficiente para implementar esta medida de control adicional. Según explican, muchos presos redactaron expresamente lo que les había maravillado el contenido de los documentales, pero efectivamente, no se realizó este control.
Rafael Mingorance