Acaba de conocerse la historia de Miwa Sado, una joven reportera japonesa de una cadena de televisión que falleció de un infarto cerebral tras realizar más de 159 horas extras en un mismo mes. La mujer murió en 2013, pero es ahora cuando su caso caso (que había permanecido oculto por expreso deseo de la familia) ha salido a la luz. Y el suyo no es un caso único.
Japón es probablemente el país dónde se dan más este tipo de sucesos. A este fenómeno lo llaman Karoshi (muerte por agotamiento laboral), y ha provocado que, tan solo en 2016 se presentaran más de mil demandas contra empresas por presuntos casos de trabajadores fallecidos por enfermedades derivadas de hacer jornadas laborales maratonianas.
Pero, ¿existe un número determinado de horas de trabajo a partir de las cuales se puede considerar que se corre un peligro de muerte real? Todo depende mucho de cada trabajo y de cada persona, pero un estudio realizado en 2015 por miembros del departamento de Epidemiología en la University College London, en Londres, reveló que para los trabajos de oficina la frontera letal puede encontrarse en las 50 horas semanales.
Los investigadores llegaron a la conclusión de que superar esa barrera elevaba un 13% el riesgo de sufrir un ataque al corazón, y un 33% el de sufrir un ictus cerebral. Y las causas parecen estar claras: el agotamiento, el estrés, el abusar de medicamentos y estimulantes para combatir el cansancio…
Vicente Fernández López