En un mundo donde los “likes” reconfortan es tiempo de parar y mirar desde fuera cómo pueden afectar estas tecnologías a nuestra forma de comportarnos y relacionarnos con la sociedad. Depender de un móvil, una tablet o un ordenador para calmar nuestra ansiedad y sentirnos constantemente valorados puede llegar a ser peligroso, más aún cuando el usuario busca en la otra persona una respuesta constante a preguntas a través del WhatsApp o que opinen sobre su última imagen en Instagram. Esa necesidad inmediata de respuesta puede hacer que nuestra ansiedad se dispare y no sea la mejor forma de dar con soluciones a problemas. Por lo tanto, parece necesario que la juventud aprenda a recibir un rechazo y que es posible que no siempre se gane y se consiga lo que uno quiere.
Según un estudio realizado por la Universidad Macquarie, a pesar de que el sonido de un nuevo mensaje en tu móvil puede traernos felicidad y activar partes de nuestro cerebro que nos hacen sentirnos bien, no siempre podemos contar con esta tecnología para sentirnos bien y realizados. ¿Por qué? Porque cuando tengamos que hacer frente a problemas como que no nos hayan aceptado en un trabajo o nos enteremos de que no le gustamos a alguien, no podemos buscar esa felicidad en el uso del móvil: hablándolo con la gente por un servicio de mensajería, como si cada sonido de mensaje fuese una forma de recibir alivio. De esta manera, el usuario siente la necesidad de que su teléfono forme parte de su vida y cualquier situación preocupante se resuelva vía telefónica.
El grupo de investigadores encargados del estudio se han encontrado con muchos casos en los que la dependencia por eliminar la incertidumbre de su cabeza era tal, que les impedía tener una vida normal, la cual hacían pegados al teléfono. Para tratarles, les pedían que siguieran con sus vidas sin contar con esa “extra” ayuda que le podían dar amigos y familiares a través del teléfono. Poco a poco, se daban cuenta de que eran capaces de luchar contra la ansiedad día a día sin tener que depender del teléfono.
Así que, si tenéis problemas, es bueno que los afrontéis, pero no tengáis a WhatsApp u otros servicios de mensajería como un psicólogo particular.
Alberto Pascual García