Una de las características de quienes padecen trastorno obsesivo compulsivo es que muchos de sus actos están ritualizados. Hay personas que para levantarse, tienen que hacerlo siempre por el mismo lado de la cama, o que antes de cruzar la calle tienen que mirar un determinado número de veces hacia un lado. Si no lo hacen así, creen que algo saldrá mal.

Esos rituales les dan confianza y calman (en cierta medida) su caracter obsesivo. Por supuesto, no hay ninguna evidencia científica de que los rituales funcionen (las cosas pueden salir bien o mal al margen de ellos), pero los pacientes creen que sí. Y, ahora, un grupo de investigadores de la Universidad de Harvard se han preguntado si el efecto placebo de los rituales puede ayudar a calmar a personas que tienen ansiedad por comer.

Los autores del estudio realizaron un experimento con voluntarias que tenían problemas de sobrepeso. Y a todas ellas les dijeron que antes de comer tenían que seguir siempre un mismo ritual dividido en tres pasos.

1. Tenían que cortar la comida en muchos pedazos pequeños.

2. Debían distribuir dichos pedazos de forma simétrica por el plato.

3. Antes de comer cada pedazo, tenían que presionar sobre él tres veces con el tenedor.

Y los resultados revelaron que las voluntarias que siguieron el ritual redujeron su ingesta de comida, consumiendo una media de 1.424 calorías por día, frente a las 1.648 que ingerían las voluntarias de un grupo de control que no habían seguido ritual alguno.

Por supuesto, el ritual en sí mismo no tiene ninguna propiedad mágica. Se trata de un caso de efecto placebo.

Fuente: Scientific American.

Vicente Fernández López