En 1914, poco antes de que estallara la I Guerra Mundial, un grupo de trabajadores que realizaban unas obras en la ciudad alemana de Bonn, descubrió casualmente un enterramiento prehistórico. La tumba contenía los restos de dos personas, un varón y una mujer, y también de un perro. Los huesos fueron datados con una antigüedad aproximada de unos 14.000 años. Se trata, por tanto, de la tumba de un perro más antigua que se conoce.
Y, ahora, un nuevo estudio realizado por la Universidad de Leiden, ha hecho un descubrimiento asombroso. El análisis de los dientes caninos revela que uno de los perros falleció aproximadamente a las 28 semanas de vida a causa del moquillo, que contrajo siendo un cachorro. Dado que esta enfermedad no tarda mucho en matar a los animales si no reciben el cuidado necesario, eso significa que logró sobrevivir tanto tiempo gracias a la ayuda de sus dueños. Estos tuvieron que limpiarlo, alimentarlo y cuidarlo a diario para poder alargar tanto su vida.
Este hallazgo pone de manifiesto que ya en aquellos tiempos existían lazos afectivos entre humanos y animales, y que los primeros no solo valoraban a estos animales por la ayuda que les prestaban al cazar, sino también por su compañía. Además, el hecho de que los dos eprros fueran enterrados en la misma sepultura que sus dueños, parece poner de manifiesto que eran en cierto modo considerados parte de la familia.
Vicente Fernández López