Aunque presumamos de tener una gran memoria, no siempre lo que recordamos es cierto. Los falsos recuerdos existen, y varios estudios anteriores ya habían vinculado el origen de los mismos con el sueño. Ahora, los resultados de una nueva investigación sugieren que las siestas pueden jugar un determinado papel a la hora de desarrollarlos.

El estudio realizado por investigadores de la Lancaster University, pretendía analizar que papel jugaban en la formación de falsos recuerdos los llamados husos del sueño, un tipo de ondas características de la segunda fase del sueño (aquella en la que no hay movimientos oculares rápidos), y que anteriormente ya habían sido vinculadas con la formación de la memoria.

Los investigadores le pidieron a un grupo de voluntarios que observasen en una pantalla varias grupos de palabras, cada uno de ellos vinculado con un mismo tema. Así, por ejemplo, uno de ellos incluía los términos cama, almohada, dormir… Luego, les dijeron a la mitad de ellos que se fueran a dormir una siesta de noventa minutos, y al resto que pasaran ese tiempo viendo la televisión.

Al cabo de ese tiempo les mostraron a todos ellos otra serie de palabras pidiéndoles que dijeran cuales estaban incluídas en los grupos que les mostraron en la primera ocasión. Los investigadores incluyeron términos trampa como la palabra sueño, que remitían a los conceptos de uno de aquellos grupos, pero que no estaban incluídas en ellos.

Y el resultado fue que los miembros del primer grupo, los que habían echado la siesta, cayeron de forma mayoritaria en dichas trampas, al creer que efectivamente si habían visto esas palabras antes de irse a dormir.

Los dispositivos colocados para monitorizar la actividad cerebral de los voluntarios mientras echaban la siesta, también mostraron que los husos de sueño eran más frecuentes en el hemisferio derecho del cerebro. Cómo ya hemos dicho, experimentos anteriores ya los habían vinculado con la formación de la memoria, pero únicamente con la formación de recuerdos auténticos. Este es, por tanto, el primer experimento, que los vincula también con los falsos recuerdos.

Fuente: LiveScience.

Vicente Fernández López