Los servicios de inteligencia de Estados Unidos han informado a la cadena CNBC de que Rusia ha perdido un misil nuclear en una de sus pruebas militares en el Mar de Barents, en el norte de Noruega y el país eslavo. Las operaciones se realizaron con tres buques que portaban armas nucleares con materiales radioactivos. Uno de ellos, al parecer, falló el test de prueba y cayó al mar.
Moscú recuperará el misil, que se lanzó entre noviembre de 2017 y febrero de 2018 y que pertenece a la familia de los Burevestniks. Según las autoridades estadounidenses, los rusos probaron cuatro misiles en esas fechas, aunque algunos de ellos dieron fallos, algo que el gobierno de Putin ha negado.
El informe no cree que exista una alarma por contaminación nuclear, pero sí preocupa la posible radiación que pueda desprenderse en el entorno en el que se encuentra el dispositivo. «Sobra decir que si un misil utiliza un motor nuclear, ese material acabará donde quiera que acabe el misil», dice Hans Kristensen, director del Proyecto de Información Nuclear.
«Si el misil se perdió en el mar y es recuperado por completo, entonces, hipotéticamente, se puede hacer sin contaminar. Pero tengo mis dudas porque el impacto del misil siempre es muy fuerte y pueden existir fisuras», añade el experto, que pertenece a la Federación de Científicos Americanos. El peligro, indica Kristensen, lo sufrirán principalmente aquellos que vayan a recoger el material nuclear, como ocurrió en Fukushima.
Redacción QUO