• 1dudas. Tras ocupar su cargo, el político no está seguro de su capacidad y se mueve guiado por la prudencia.
  • 2autoconfianza. Pero si las cosas salen bien, empieza a creer que es absoluto merecedor del cargo que ocupa.
  • 3 halagos.La persona recibe felicitaciones por su gestión. “Incluso liga más”, afirma Owen. Surge una corte de aduladores que contribuyen a su endiosamiento.
  • 4 Arrogancia. El político comienza a pensar que es indispensable, y pasa a permitirse cualquier capricho.
  • 5 Soberbia. El dirigente entra en una fase de “idealización megaloma­nía­ca”. Se considera infalible y sueña con mantenerse en el poder veinte años.
  • 6 paranoia. Rechaza las críticas, y cree que todo el que se opone a sus ideas es un enemigo personal que actúa movido por la envidia.Toma incluso decisiones incomprensibles, que pueden suponerle un alto coste electoral.
  • 7derrota electoral. El político no entiende por qué ha sido desposeído de su cargo, y puede llegar incluso a sufrir también un cuadro depresivo.

Redacción QUO