Michael Jackson ha muerto de un infarto. Su muerte ha estado marcada por la especulación sobre qué provocó el fallo cardíaco (¿una sobredosis de pastillas?), igual que las conjeturas sobre su salud marcaron su vida. ¿Cómo cambió el color de su piel? ¿Tenía alguna enfermedad dermatológica? ¿A cuántas operaciones de estética se sometió? En Quo se lo hemos preguntado a un par de especialistas: Marta Ruano, dermatóloga del Hospital Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares, y Ramón Vila Rovira, cirujano plástico del Centro Médico Teknon de Barcelona.

¿Cómo se convirtió en blanco?

Según la doctora Ruano, hay dos métodos. El primero consiste en utilizar despigmentantes “que tardan años en mostrar resultados y no tienen ningún efecto secundario”. Para acelerar este proceso, algunas personas de piel negra recurren a una segunda opción, corticoides en crema: “Tiene el inconveniente de que atrofia la piel y provoca una apariencia quebradiza, como de papel de fumar”.

¿La enfermedad dermatológica que padecía pudo derivar en un cáncer de piel?

Jackson confesó que padecía vitíligo, una enfermedad autoinmune que produce la destrucción de los melanocitos, las células encargadas de pigmentar la piel, aunque no hay ningún especialista que viendo su rostro confirme el diagnóstico. “El aclaramiento de la piel que provoca esta enfermedad no es uniforme, empieza por algunas zonas como la boca, y en cambio Jackson tenía el mismo color en todo el rostro”. ¿En el caso de que padeciera vitíligo podría haber derivado en un cáncer de piel? “Sí, pero sólo si hubiera tenido una exposición prolongada al sol”, confirma la doctora Ruano.

¿Se operó tantas veces porque tenía algún problema psiquiátrico?

Para saberlo, deberíamos tumbarlo en un diván. Lo que es evidente es que tenía un problema de personalidad, que explica la treintena de operaciones de estética a las que se sometió, según confirma el doctor Ramón Vila Rovira, cirujano plástico del Centro Médico Teknon de Barcelona. “Sufría dismorfofobia, un trastorno que consiste en una preocupación exagerada por algún defecto que no existe en la realidad o, en el caso de que exista, una valoración exagerada del mismo”. Este problema le llevó a retocar tanto su nariz, entre otras zonas, que al final no tuvo arreglo, y perdió hasta el puente nasal. «Debería haber parado en la segunda operación», sentencia el doctor Vila-Rovira.

Redacción QUO