Nueva York ha recibido calificativos como capital de… casi todo. Desde finales del pasado año es la capital del condón. Preservativos de todas las tallas, gustos y colores se dieron cita en el Museo del Sexo de la ciudad, un recorrido por la historia de este profiláctico que era de lino en el año 1000 y de intestinos de animales en 1700. En 1840, los revolucionarios procesos de vulcanización desarrollados por Goodyear y Hancock permitieron mejorar su calidad y abaratar el coste de producción. Y fue a partir de 1930 cuando empezaron a realizarlos de látex, una técnica que se perfeccionó en el año 1990 con la introducción del láser.

El condón nació humilde, pasó a ser un barómetro de la moralidad de las sociedades y ahora vive un momento de esplendor por la lucha contra el sida.
Fue el doctor Condon o Quondam, médico de Carlos II de Inglaterra, quien le dio su nombre. Para los lingüistas, sin embargo, el origen no tiene un protagonista, sino que se encuentra en la palabra latina condus, es decir, receptáculo. Preservativo, condón, o simplemente goma, protagoniza esta exposición con vestidos de cóctel hechos con ellos, máquinas expendedoras de los años 50 y diseños de Marc Jacobs.

El artista Randy Polumbo es el autor de este condón de cuerpo entero.

Esta pieza de Masami Teraoka, llamada Kansahi Pond, muestra a un hombre y su amante sosteniendo un preservativo gigante.

Un racimo de condones que en 2001 Randy Polumbo tituló Blossom.

Estos dibujos, propiedad de la Keith Haring Foundation, dieron origen a una serie de camisetas a finales de los 80.

La idea de iluminar condones surgió con el siglo XXI. Ahora forman parte de la muestra.