La película El discurso del rey, que narra los épicos esfuerzos del monarca Jorge VI de Inglaterra para superar su grave problema de tartamudez, ha sido uno de los filmes más taquilleros de la temporada y se perfila como uno de los dos favoritos para los Oscar 2011.
Pero a lo largo de la historia ha habido decenas de personajes célebres aquejados por esta discapacidad, y que lograron, o superarla con fuerza y teson, o transformarla en un arma a su favor.
Escucha aquí el auténtico discurso del rey Jorge VI al entrar en la Segunda Guerra Mundial.
Jorge VI
El monarca en el que se inspira la película El discurso del rey. Fue un muchacho tímido y acomplejado, con una tartamudez provocada por varios traumas de infancia. No estaba previsto que se convirtiera en rey, ya que el trono estaba destinado a su hermano mayor. Pero este abdicó para casarse con una divorciada americana. Incapaz de pronunciar discursos en público (particularmente curioso resulta el hecho de que no podía pronunciar la letra K por lo que le resultaba imposible referirse a si mismo como the king, el rey), Jorge superó sus problemas de pronunciación gracias a la terapia de un logopeda australiano y aspirante a actor llamado Lionel Logue. El tratamiento duró diez meses, a lo largo de los cuales el soberano y su instructor tuvieron 82 sesiones de terapia.
Charles Darwin
El célebre naturalista, padre de la teoría de la evolución, también se vio afectado por el problema de la tartamudez que, al parecer, también sufrió su abuelo, el poeta e investigador Erasmus Darwin. Las personas cercanas a Charles han descrito sus dificultades para pronunciar determinadas palabras, pero también hablaron de él como un conversador ameno que hablaba siempre con lentitud y en voz baja. Por eso, se dice que Darwin sintió una gran decepción cuando conoció personalmente a su colega Humboldt, a quien llegó a considera rcomo un charlatán insoportable por su imparable verborrera.
Miguel de Cervantes
Si quisiéramos hacer un chiste fácil, le cambiaríamos el apodo de «el manco de Lepanto» por el de «el tartamudo de Lepanto». Los historiadores afirman que el autor de El Quijote tuvo problemas de dicción desde que iba a la escuela, y que nunca logró superarlos. El propio Cervantes lo reconoció en el prólogo de las Novelas ejemplares, donde escribió: «… que será forzoso valerme por mi pico que, aunque tartamudo, no lo será para decir verdades». Y también en la Epístola a Mateo Vázquez, en la que decía: «…mi lengua balbuciente y casi muda pienso mover en la real presencia».
Demóstenes
El mejor orador de la antigua Grecia no nació precisamente con el don de emocionar a las masas gracias al poder de la palabra. La primera vez que compareció en público, la muchedumbre le despreció y se burló de él por sus problemas de tartamudez. Demóstenes pasó años entrenando su voz para corregir esa limitación. Cada día salía a correr por la playa gritándole al sol para fortalecer sus pulmones. Luego, se metía un puñado de guijarros en la boca y comenzaba a hablar hasta pronunciar perfectamente. «Si soy capaz de hacerlo con la boca llena de piedras, me será mucho más fácil luego sin ellas», debió pensar. Así, su siguiente comparecencia pública, para defender en un juicio a un comerciante al que su familia pretendía arrebatarle sus bienes, fue muy distinta. La multitud se conmovió con su virtuosa pronunciación y su pericia en el manejo de las palabras, y su defendido fue absuelto.
Winston Churchill
«Coraje, sudor y sangre». cuesta creer que el hombre que pronunció esas legendarias palabras y que está considerado uno de los mejores oradores de Inglaterra, tuviera problemas de dicción. La que fue su secretaria personal, Phillys Moir, cuenta que Churchill convirtió su defecto en virtud y que en casi todos sus discursos se permitía tartamudear en algún momento, para transmitir su sentido del humor y ganarse la cumplicidad del auditorio.
Claudio
Seguramente, la imagen del emperador romano pasará a la historia gracias a la magnífica interpretación que de él hizo Dereck Jacobi en la serie Yo, Claudio, y en la que no disimulaba en absoluto la tartamudez del personaje. Desde niño, el auténtico Claudio sufrió burlas y desprecios por sus problemas de pronunciación (le llamaban de forma humillante Cla-cla-claudio). Pero según Robert Graves, el personaje hizo de este defecto virtud, utilizando su problema apara aprentar ser más tonto de lo que realmente era y fingir que no tenía aspiraciones de llegar al poder. Una estrategia que le sirvió durante muchos años para escapar de las letales intrigas palaciegas.
James Stewart
Ser tartamudo y convertirse en una de las leyendas de cine SONORO no es un inconveniente, y lo demuestra el caso de James Stewart. El actor padeció desde la infancia serios problemas de dicción pero su logopeda se esforzó por hacerle comprender que podía adaptar ese rasgo a su estilo interpretativo. De esta manera, Stewart, con ese tartamudo característico con el que cais siempre iniciaba sus frases en la pantalla, consiguió que sus personajes parecieran más humanos y vulnerables, y que dieran la impresión de que no eran capaces de expresar a la primera de forma correcta lo que estaban pensando.
James Earl Jones
¿Se imaginan a Darth Vader tartamudeando? Pues el actor que ponía voz al temible villano de la saga de Star Wars, padeció problemas de dicción. Su tartamudez comenzó a los cinco años, al parecer, a causa del trauma emocional provocado pAl cabo de los años, James llegó a tener un dominio perfecto de su pronunciación hasta el punto de que actualmente está considerado como la mejor voz del cine y el teatro actuales. Los espectadores también recordarán que fue él quien dobló al personaje de Mufasa en El rey león. Por cierto la voz que lee en Estados Unidos la versión en audiolibro de La Biblia también es la suya.
Moisés
Seamos sinceros. A estas alturas resulta imposible saber con certeza si el líder que guió a los hebreos esclavizados en Egipto hasta la tierra prometida, era tartamudo. Pero algunos estudiosos afirman que esa hipótesis podría no ser tan disparatada, y lo hacen apoyándose en un versículo del Éxodo, en el que Moises dice: «Ay señor. Nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes ni desde que tú hablas a tu siervo, porque soy tardo en el habla y torpe de lengua». Si alguien posee más información al respecto, le agradeceríamos que nos la hiciera llegar.
Porky, el cerdito
«Eso… es to…. eso… es to… es to-to-to-do amigos». ¿Quién no recuerda la peculiar manera de despedirse que tenía este inolvidable personaje de los dibujos animados de la Warner? Porky nació siendo tartamudo, porque también lo era el actor que le doblaba. Pero cuando el persnaje pasó a manos de otro intérprete, Mac Leblanc, decidió conservarse ese rasgo por lo divertido que resultaba. Aunque, claro, no a todo el mundo le hizo gracia. La National Shutter Project, una asociación de sordomudos, demandó a la productora por dar una imagen vejatoria del problema. Por supuesto, perdieron el juicio.