Os invitamos a realizar un repaso por once filmes hechos por y para salvajes. Algunos son auténticas obras maestras otros, piezas simplemente inclasificables. Pero ninguno de ellos es apto para timoratos. Cuidado, que la sangre salpica.
Pues bien. Estamos ante una obra maestra sobre la que practicamente resulta imposible decir nada nuevo. Esta película de Sam Peckinpah ha sido uno de los filmes más imitados de toda la historia del cine, aunque nadie ha logrado igualar su fascinante mezcla de poesía, desencanto y vollencia. La película contiene el mejor tiroteo jamas rodado, con un uso del montaje y del ralentí realmente asombroso. El realismo con el que los cuerpos salen casi despedazados por el impacto de las balas, no ha sido aún igualado.
Más oscuro que el ambar (1969)
Aquí voy a ser breve y directo. Esta película contiene la pelea a puñetazos más brutal que un servidor recuerda. Rod Taylor y el gigantesco William Smith (recordado por su papel de Falconetti) se lían a mamporros hasta dejarse sus respectivos rostros completamente machacados. Jamás los puñetazos dolieron tanto en una película. El resto del filme, por cierto, es un thriller de lo más convincente.
El cine griego es un gran desconocido para nosotros, sus vecinos europeos. Aunque algún título concreto si alcanzó cierta resonancia. Entre ellos, destaca este, que arrasó en las salas de Arte y Ensayo de los años 70. El filme cuenta la violación y asesinato de una campesina helena a manos de un grupo de jenízaros turcos. Su hija, decide vengar su muerte y busca a su verdugos prostituyéndose por las diversas guarniciones hasta dar con ellos, para luego eliminarles con un cuchillo fabricado con el cuerno de una cabra. Y es que estos griegos son un poco brutos…
¿El western más sangriento y sádico de la historia? Como no me gusta ser categórico, dejémoslo en casi. Comienza con una matanza cometida por los cheyennes que masacran sin piedad a una columna de caballería, en la que solo quedan dos supervivientes, un joven e inocente soldado (Peter Strauss, años antes de protagonizar Hombre rico, hombre pobre), y una mujer que ha vivido cautiva de los pieles rojas y que regresaba a la civilización (Candice Bergen). Lo que sigue es casi una comedia centrada en la guerra de sexos que se establece entre esta particular e incompatible pareja forzada a sobrevivir en la naturaleza salvaje. Pero en el tercio final, el filme da un giro y nos sumerge en el horror más absoluto. La represalia del ejército a la matanza inicial se concreta en el ataque a un campamento indio en el que no se ahorra ningún detalle sádico. Mujeres mutiladas, con sus pezones arrancados por navajas, cuerpos desmembrados y destripados, niños con las cabezas destrozadas por las pezuñas de los caballos… La secuencia de la matanza es probablemente una de las escenas más mareantes y nauseabundas que se han visto jamás en el cine mainstream.
Una película que comienza un con un fulano metido en una máquina de picar carne y convertido en salchichas, ya promete. Y así arranca este thriller protagonizado por Lee Marvin y Gene Hackman. Los carniceros de Kansas se niegan a pagar el tributo mensual al sindicato de Chicago, y como estamos en Estados Unidos, donde decimos sindicato léase mafia, así que envían a un negociador, que es el que acaba convertido en materia prima para perritos calientes. Dándose cuenta de que los de Kansas son bastante brutos, los jefazos de Chicago mandan a un equipo liderado por Lee Marvin para solucionar el problema. Acción, violencia, sudor y mucha carne (tanto picada como femenina) son los inbgredientes de este salvaje filme con otra escena antológica, que muestra los efectos de meter un coche en una cosechadora de trigo. Por favor, no intenten repetirlo en casa.
Matar o no matar. Ese es el dilema (1973)
¿Quien dijo que la salvajada y la alta cultura están reñidas? Tomemos a Shakespeare, por ejemplo, y veremos que bajo su genial talento dramático laten horrores sin fín. Y he mencionado a Shakespeare como ejemplo a propósito, porque en torno a su obra gira esta joya del cine de terror británico. Vincent Price, en la cima de su talento, encarna a un prestigioso actor especializado en interpretar a los personajes creados por el bardo de Strafford. Pero cuando los críticos encargados de otorgar el más prestigioso premio teatral de Inglaterra, le niegan el galardón acusándole de estar encasillado, nuestro protagonista enloquece. Y ahí comienza lo bueno, con Mr. Price entregado a una sangrienta venganza en la que va eliminando a los críticos según los crímenes descritos en las obras de Shakespeare. A uno le arranca el corazón de cuajo, como en El mercader de Venecia, a otro lo ahogan atragantándole con la carne de sus hijos, como en Tito Andrónico… En fin, un auténtico festín de atrocidades con toque culto y toneladas de humor negro, rematado con un magnífico plantel de actores secundarios en el que figuran Jack Hawkins, Robert Morley, Harry Andrews… Imprescindible.
Quiero la cabeza de Alfredo García (1974)
Sam Peckinpah, again. Probablemente, su película más insólita y extrema, que nos da una idea aproximada de como podría haber sido un filme de acción dirigido por Luis Buñuel. El tal Alfredo García del título es un gañán que deja preñada a la hija de un cacique mexicano (el inefable «Indio» Fernández). Para vengar el honor de su hija ultrajada, el hacendado ofrece cien mil dólares a quien le traiga la cabeza del seductor. Pero Alfredo se ha matado en un accidente de tráfico y su cuerpo está enterrado en un mugriento cementerio en lo más profundo del México más profundo y costroso que uno pueda imaginar. Y el único que lo sabe es un pianista americano llamado Benny (Waren Oates) que malvive tocando en cantinas de mala muerte. Deseando ganar un dinero fácil, Benny y su novia viajan hasta el pueblo en cuestión y desentierran el cadáver para cortarle la cabeza pero, en ese instante, son atacados. Cuando Benny recupera la consciencia, se encuentra a su chica asesinada y descubre también que la cabeza de Alfredo García ha sido robada. Comienza entonces una persecución desesperada para recuperar la cabeza que va pasando de mano en mano a la vez que se va pudriendo a causa del sofocante calor del páramo mexicano. Benny trata de conservar el despojo intacto metiendo trozos de hielo en la bolsa donde lleva la cabeza y que cada vez está rodeada por un enjambre de moscas mayor. La película se sumerge entonces por los páramos del surrealismo más desatado al mostrarnos como Benny va entablando una relación emocional con la putrefacta cabeza mientras prosigue con su viaje que solo conduce…. hasta la locura y la muerte.
Que si, que ser ecologista e irse a hacer rafting el fin de semana está muy bien. Pero conviene elegir el sitio con cuidado. Porque la naturaleza guarda a veces sorpresas bastante desagradables. Y sino que se lo pregunten a los cuatro protagonistas de esta película (Burt Reynolds, Jon Voight, Ned Beatty y Ronny Cox), unos excursionistas que decicen navegar por un lago que está a punto de desaparecer debido a la inminente construcción de una presa. Lo que los muchachos ignoran es que los habitantes de la región son un grupo de paletos, toscos y víctimas de la consanguineidad, a los que no les gustan demasiado los forasteros. Encima, tienen extrañas costumbres sexuales y les da por sodomizar, literalmente, a uno de los excursionistas. En fin, una película magnífica pero que cuando te acuerdas de ella y te preguntan ¿playa o montaña?, pues… la respuesta la tienes muy clara. Por cierto, el filme es recordado también por su soberbia banda sonora y especialmente por uno de sus temas, el mítico Duelo de banjos.
Lilliana Cavani ya había escandalizado al personal en 1975 con Portero de noche. Pero aquí, decidió ir un poco más lejos. Tomando como base una prestigiosa novela de Curzio Malaparte sobre la liberación de Nápoles durante la II Guerra Mundial, la directora italiana convirtió el texto en una excusa para un festival de desatinos que superan con nota el concepto de mal gusto. Una chica virgen prostituída por su propio padre, y que es penetrada manualmente, mafiosos que fabrican jabón con carne humana, una coronel del ejército violada por un grupo de marines, una erupción volcánica, ¡un parto masculino!…. Y al final, cuando ya parece que todo ha terminado, un paisano que tropieza y cae delante de un tanque quedando convertido en un amasijo de carne sanguinolenta. Ah… Eso sí. El reparto del filme es de campanillas. Burt Lancaster, Marcello Mastroianni, Claudia Cardinale…
Sinceramente… Creo que esta es la película más cafre y enfermiza que he visto. Su argumento linda con lo absurdo y lo sencillamente incomprensible. Un jefe yakuza con tendencias sadomasoquistas, desaparece msiteriosamente. Todo el mundo cree que ha sido asesinado, pero su principal ayudante, un sádico secretamente enamorado de su boss, cree que está vivo y decide buscarlo. En su camino se tropezará con Ich,i un inocente camarero que, bajo el influjo de la hipnosis se convierte en un criminal implacable. La trama desde luego es lo de menos. Lo que cuenta en este filme es su despliegue de imágenes realmente brutales. Un tipo colgado de la espalda con garfios y torturado con aceite hirviendo usado después para preparar tempura; gente partida en dos, mujeres triplemente violadas… y el mayor baño de sangre jamás contemplado en una pantalla. En fin, una película que no ha podido ser concebida por una mente normal. Lo cual se explica al saber que su director es Takashi Miike, un cineasta que tiene las facultades mentales perturbadas y que es capaz además de dirigir catorce películas en un solo año.