Centollos gigantes, humanoides peludos, fulanos disfrazados de gorilas, liendres mesozoicas… Bienvenidos al inframundo del «monstruo chungo». Un universo poblado por patéticas criaturas que fueron creadas para asustar pero que lo máximo que consiguen es arrancar las risas del personal. Pues bien, los monstruos birriosos están hartos de que les tomen por el pito del sereno y, emulando a los indignados, han realizado una acampada en la redacción de Quo para reivindicar su derecho a meter canguelo. Nosotros les hemos sacado unas fotos para poder presentárselos a ustedes en esta galería. Y, por favor… les rogamos que no sean muy duros con ellos. Los monstruos, y especialmente, los más patéticos, también tiene su corazoncito.
Creature from the haunted sea (1962)
En fin.. con semejante aspecto quien puede creerse que ESO de la foto es un monstruo. Pues hala, nos encontramos frente a otro subproducto de Roger Corman. En este caso nos cuenta la odisea de un grupo de exiliados cubanos, a los que se han unido un par de mafiosos, navegando en un bote hacia los Estados Unidos. Pero en plena travesía son atacados por un terrorífico (es un decir) monstruo de algas, con el aspecto de ser un peluche desechado en el casting para personajes de Barrio Sésamo. Los protagonistas se refugian en una isla, en cuyo acantilado, mira por donde, hay un teléfono público con el que avisan a la marina. Hay que decir que el presupuesto de la película es tan ínfimo que la armada, aunque se la espera, no aparece en todo el metraje. El que si vuelve a aparecer es el monstruo que sale del mar mostrándose en todo su patético esplendor y dejando bien claro lo mal que está hecho. El bicho rapta a la chica del grupo, y los más machotes se lanzan a rescatarla liándose con la criatura… ¡a hostia limpia! En fin, sutil , lo que se dice sutil, la película de Corman no es. Al final sobra decir que logran rescatar a la chica, pero al pobre monstruo no lo matan. Sería que en el fondo les dio pena.
Otra aberración cometida en nombre de Frankenstein. ¡Es que no escarmientan! Aquí tenemos a un científico que crea a su craitura (el término monstruo en este caso no sería muy adecuado), con los pedazos de varias prostitutas asesinadas. Una vez revivida, Frankenputa sale a la calle a practicar la antigua profesión de las mujeres que le han dado cuerpo, convirtiéndose en al vengadora de todas las féminas ultrajadas por el machismo. La cosa deriva en un festival de sangrientas felaciones con penes arrancados de cuajo y otras lindezas. Al menos, Patty Mullen , la actriz que encarna a la criatura, está de muerte. Y nunca mejor dicho.
Después de ver este Frankenstein negro uno piensa que debería acuñarse un nuevo mandamiento que prohibiera tomar el nombre de la criatura de Mary Shelley en vano. Aquí tenemos a un científico (también afroamericano, como todo el reparto), que experimenta un nuevo suero basado en el ADN (no busquen lógica científica, por favor, esto es la serie Z), con un veterano de Vietnam que perdió los brazos y las piernas en la guerra. Al principio la cosa funciona, y al desdichado le crecen las extremidades, pero luego empieza a sufrir extrañas mutaciones (¡hasta le crece el peinado afro!) y se transforma en la versión negra de Frankenstein, pero con cara de zampabollos. El monstruo se carga un montón de gente y al final acaba devorado por una jauría de perros que se comen sus tripas. Detalle cutre a más no poder, ya que no hay problema en distinguir la ristra de suculentas salchichas que los canes disputan con sus bocas.
It conquered the world (1953)
Vamos adejar una cosa clara desde el principio. El director de esta cinta, Roger Corman, era capaz de hacer películas magníficas (como su serie de filmes basados en obras de Edgar Allan Poe) y bodrios indigestos. La que ahora nos ocupa pertenece a la segunda categoría. Tenemos a un alienígena venusiano con aspecto de centollo con sobrepeso, que llega a la Tierra a sojuzgar a los humanos por el procedimiento de controlar sus mentes. Vamos, que el centollo también es telépata. El aspecto del bicho es inenarrable y le película tan cutre que al final se lo cargan apuntándole con el chorro de un soplete a uno de sus ojos. Roger… reconócelo: esta vez te pasaste de cutre.
Uno lee el reparto de la película y ve que está encabezado por Pier Angeli (la sensible y estupenda protagonista de Marcado por el odio) y Kerwin Matthews (el héroe de Simbad y la princesa) y se dice… pues hombre… con estos actores la cosa no puede estar mal. Pues no señor, está muy pero que muy mal. Vamos, de hecho la película no podría ser peor. Tenemos a unso científicos que se van a un lago a estudiar el genoma de los pulpos (y uno se pregunta, ¿viven los pulpos en agua dulce?) y allí se encuentran con Octaman, mitad calamar mitad cenutrio, que se carga a todo el que pone a su alcance. Por el título uno podría pensar que lo de octa puede significar ocho, pero no es así, ya que el bicho solo tiene seis tentáculos. Curiosamente, al igual que los vampiros huyen de los crucifijos, la única forma de ahuyentar a Octaman es con la luz de una linterna. Un problema de fotobia que no es impedimento para que el bicho se pasee impunemente a la luz del día. ¿Será porque a esas horas nadie enciende linternas? En fin… misterios del infracine.
Durante el visionado de esta película uno no sabe muy bien si llorar o reir. Su efecto sobre el espectador es desconcertante. Unos alienígenas lanzan rayos contra nuestro planeta y se cepillan a practicamente toda la humanidad. Solo ocho personas logran sobrevivir a la hecatombre. Para rematar la tarea, los marcianos mandan a Robot Monster, una criatura supuestamente terrorífica pero que en realidad es un fulano disfrazado con un traje de gorila y con un casco de motorista que simula ser una escafandra. En fin… El resto está a la altura de semejante despropósito. Y por si fuera poco, en la última escena, y sin que venga muy a cuento, aparece un dinosaurio de plastilina. ¿Acaso puede pedirse más basura en tan poco metraje? Ah… Se me olvidaba decir que esta costra se rodó incialmente en 3D. Si en formato bidimensional ya es penosa, en tres dimensiones tiene que ser de traca.
The thing with two heads (1972)
Hay cosas que no merecen llamarse efectos especiales. Y esta es una de ellas. Nos encontramos ante una barata cinta protagonizada por Ray Milland quien, antaño, fue el glorioso protagonista de filmes magníficos como Crimen perfecto o El hombre con rayos X en los ojos. Aquí, en plena decadencia, interpreta a un millonario racista que, víctima de una enfermedad degenerativa, es sometido a una operación en la que trasplantan su cabeza a otro cuerpo. Pero el único disponible es el de un fornido negro. La cosa podría calificarse de fábula antiracista si no fuera tan ridícula. Porque resulta delirante ver a los dos actores metidos en un mismo traje y moviéndose con más torpeza que un elefante en una cacharrería.
Santa Claus conquista a los marcianos (1964)
Millones de dólares que llevaba gastados el proyecto SETI para encontrar vida extraterrestre, y resulta que los marcianos son como los de la foto: unos fulanos tirillas y con disfraz de carnaval. Seguro que si llegan a saberlo, los científicos se habrían ahorrado el esfuerzo y la pasta. Pero vamos con la película. Los marcianos, malévolos ellos, planean invadir la Tierra (la verdad es que no entiendo esa dichosa obsesión, porque tal y como están las cosas por aquí…) Pero Santa Claus y dos niños repelentes viajan al Planeta Rojo y conquistan el corazón de los alienígenas mostrándoles todo el almíbar de las fiestas navideñas. Las autoridades sanitarias advierten que esta «película» puede herir la sensibilidad de cualquier espectador, sean cuales sean sus creencias, su sexo, su raza o su ideología política. Avisados quedan.
Por Dios, por Dios… Ya no respetan ni al mismísimo Maligno. Porque este es el cochambroso aspecto que luce el demonio de goma de Seytan, el remake turco de El exorcista. Una película, por cierto, copiada plano a plano del original de William Friedkin, aunque con unos efectos especiales realmente lamentables. Si no quieren perder ni un minutos de sus preciosas vidas viéndola, busquen en Google algunas imágenes para descubrir la cara de torta de maiz que luce la niña poseída. En fin… el único detalle destacable y original de esta versión es que el exorcismo se realiza por un rito islámico en lugar de por uno católico.
Los nuevos extraterrestres (1983)
Damas y caballeros… les presentamos a Trompi, la criatura más psicotrónica de la historia del cine español. El padre de este ser no es otro que el inefable Juan Piquer Simón, del que ya he hablado en galerías anteriores y que es el rey de las películas de monstruos de goma. En esta ocasión, Piquer había comenzado filmar una película de extraterrestres en la línea de Alien (pero en versión cutre y casposa, claro está), cuando el repentino éxito de E.T le sorprendió en mitad de la filmación y decidió reconvertir el filme en una cinta infantil en la línea de la de Spielberg. La película no hay por donde cogerla. Involuntariamente tiene algo de bressoniana, ya que durante toda la cinta no pasa absolutamente nada. Vemos a Trompi, chiripitiflautico cruce entre pinguino y oso hormiguero, deambulando por un bosque mientras farfulla… urf…urf… que suponemos que será el idioma alienígena. Se encuentra con un niño como no, e incluso ejerce de voyeur espiando a una tia buena mientras se ducha (no quiero ni pensar lo que Trompi podría hacerle a la maciza con su apéndice nasal). El caso es que la película no tiene un final propiamente dicho. A Piquer se le terminó el dinero y dejó la cinta sin desenlace, con Trompi como al principio vagando por el bosque. Y suponemos que por ahí seguirá. Así que si lo encuentren, queridos lectores, no duden en acogerle. Acariciénle la trompa, limpienle sus escamas, y verán como se convierten en mejores personas.
Puyes no, no es un indignado tras varias semanas de acampada. Es el mismísimo abominable hombre de las nieves, reinterpretado, claro está, según los creadores de esta costrosa cinta italiana. La película nació tras el éxito de la versión de King Kong que Jessica Lange protagonizó en 1976. Dicha versión no era particularmente destacada, pero al menos contaba con medios y lucía apañada. Por el contrario este es un Yeti de rebajas, con un actor caracterizado con pelo falso cargándose un sinfín de maquetas de carton piedra. Inenarrable la escena en la que destruye un entrañable ibertren de juguete.