Sin ninguna duda, Albert Einstein es el físico teórico más querido del mundo. Pero esto no es solo por su genialidad plasmada en un gran trabajo sin precedentes, sino también por ser poseedor de una innegable frescura y simpatía. En estas imágenes, seleccionadas con mimo, podéis ver al genio en una faceta que a pesar de no tener escondida, siempre gusta ver: sus hobbies y tiempo libre.
Y es que un físico como él, quien vivió disputas y negaciones a sus teorías en vida y tuvo que aguantar las envidias y ataques de otros colegas de profesión (recordemos el «todos contra Einstein»), debió necesitar un amplio espacio donde poder resguardarse de críticas feroces y odios irracionales. Un poquito de ese rincón especial nos ha quedado impreso para el recuerdo. Disfrutadlo.
Un experto en el arte de fumar
Albert Einstein comenzó a consumir tabaco en pipa pidiendo tabaco ‘prestado’ a sus alumnos. Según el padre de la Teoría de la Relatividad, «Fumar en pipa predispone a juzgar con calma y objetividad los actos humanos.”
Con los años, su afición por la pipa se tornó exquisita y además de estudiarla a fondo, comenzó a coleccionar ejemplares de todas clases y tipos. A pesar de ello tampoco se gastó grandes cantidades: como sabéis detestaba la ostentación. Lo único que él quería era pensar a través del humo de su pipa.
Son varias las pipas de Einstein que se conservan. Una de ellas está expuesta en el museo The Smithsonian de Washington SMITHSONIAN de Washington, donde se conserva una pipa del genio con su firma impresa.
Él vino en un barco…
«El estudio y, en general, la búsqueda de la verdad y la belleza conforman un área donde podemos seguir siendo niños toda la vida»
The Human Side , 1979.
La bici, una cuestión de física
«Estoy convencido de que hay solamente un camino para eliminar estos graves males, el establecimiento de una economía socialista, acompañado por un sistema educativo orientado hacia metas sociales.»
¿Porqué socialismo?, 1949.
Einstein y su marioneta
«A través de la lectura de libros de divulgación científica llegué pronto a la convicción de que muchas de las historias bíblicas no pueden ser verdaderas. Como consecuencia abracé con todas mis fuerzas la libertad de pensamiento y empecé a considerar que a la juventud la estaba estafando intencionadamente el Estado mediante la propagación de mentiras; fue una impresión abrumadora. De esta experiencia nació una firme sospecha ante todo tipo de autoridad, una actitud escéptica ante las convicciones vigentes en todo contexto social específico, actitud que nunca abandoné…»
El cerebro de Broca, 1981.
La foto más famosa de Einstein
Esta, a primera vista, simpática foto, se ha convertido en uno de los iconos del genio. Captada por casualidad el 14 de marzo de 1951 por Arthur Sasse, el físico pretendía zafarse de los periodistas que le esperaban a la salida de un homenaje por su 72 cumpleaños. Einstein pretendía con este gesto estropear las fotos de los periodistas al grito de «¡Basta ya!», pero consiguió justo lo contrario.
Nadie sacó el momento excepto Sasse, y demuestra el cuidado que hay que tener con las poses que usamos para las fotos. Nunca se sabe como puede pasar a la historia audiovisual.
Uno de los mejores físicos del mundo
Einstein sin camiseta, con pantalón blanco y en un barco. Es sin duda idílico.
Son pocos los que conocen la afición a la vela del genio de la física. Fueron cientos de horas los que pasó surcando los mares a bordo de los distintos barcos que tuvo.
Son muchas las anécdotas que se cuentan sobre Einstein y la navegación, pero sin duda una de las más graciosas fue cuando invitó a Marie Curie a navegar por el lago Leman (Suiza) en su precioso velero de 7 metros Tümmler, su barco más querido de todos.
A pesar de contar con buen tiempo para la navegación, en los lagos de montaña las condiciones atmosféricas cambian rápidamente, por lo que tuvieron que enfrentarse a una dura tormenta de verano. Curie, asustada, dijo al genio:
– «No era conocedora de que usted era un experto marino»
A lo que Einstein contestó:
– «Yo tampoco».
– «No sé nadar», afirmó entonces la dama.
– «Pues yo tampoco querida señora».
El genio siempre reconoció que su pasión por la vela se debía al gran disfrute que obtenía con tan poco esfuerzo. No, si tonto ya sabemos que no era.
Un campista de lo más profesional
«Los grandes espíritus siempre han encontrado una violenta oposición de parte de mentes mediocres»
Simpaticón
«El que no posee el don de maravillarse ni de entusiasmarse más le valdría estar muerto, porque sus ojos están cerrados»
Oh capitán mi capitán!
«Si alguien disfruta marchando al ritmo de la música, en fila y al unísono, ya le desprecio simplemente por el hecho de que le han dado un cerebro erróneamente. Con la médula espinal habría bastado».
Wie ich die Welt sehe, Living Philosophies, 1931.
Al rico cesped ¿Hay algo mejor?
«En los momentos de crisis, sólo la imaginación es más importante que el conocimiento».
Filosofando…
«No se puede acabar con el dominio de los tontos, porque son tantos, y sus votos cuentan tanto como los nuestros»
Focus Nr. 52 (2004): «Das geheimnisvolle Genie«, poco antes de su muerte a su amiga Johanna Fantova.
Tardes de siesta
«No creo en un Dios personificado y no he negado nunca esto, sino más bien lo he expresado claramente. Si hay algo en mí que se pudiera llamar religioso, es una admiración ilimitada de la estructura del mundo, hasta donde nuestra ciencia la puede descubrir.»
Carta, 24 de marzo de 1954.
Natural como la vida misma
“Estoy firmemente convencido de que la mayoría de los pueblos del mundo prefieren vivir en paz y en seguridad […]. El deseo de paz de la humanidad sólo puede convertirse en realidad mediante la creación de un gobierno mundial”.
La Atalaya, 2004.
El mar, un sitio especial para descansar de todo
«Es casi milagroso que los métodos modernos de instrucción no hayan conseguido ahogar por completo la santa curiosidad de la investigación, pues la principal necesidad de tan delicada planta, aparte del estímulo inicial, es la libertad. Sin esta, corre seguro peligro de muerte y creo que incluso puede despojarse de su voracidad a un animal de presa sano si se le obliga a comer a golpes de látigo con hambre o sin ella…»
El cerebro de Broca, 1981.