En QUO hemos cumplido ya casi la mayoría de edad, así que hemos abierto nuestros archivos y hemos recopilado algunas de las fotos más impactantes de nuestros 207 números (hasta hoy). Las hay de todos tipos y de todas las materias: animales, hombre, historia, ciencia… y todas increíbles. ¿Te atreves a iniciar el paseo?

¿Dioses ocultos?

Los habitantes de Quetzaltenango, en Guatemala, tienen publicidad hasta en la sopa… o, para ser más exactos, hasta en la iglesia. Y es que en la Catedral del Espíritu Santo de esta ciudad, muchas ofrendas de flores llevan incorporados nombres de bancos, empresas… Pero esta práctica –común en la zona, según la oficina de turismo local– no es un medio para convencer a futuros clientes de los beneficios que estas compañías tienen para el alma. En realidad, es sólo el sistema que emplean algunas firmas –y en ocasiones, también ciudadanos– para dar gracias a Dios por una petición que ha sido escuchada. Aunque, podría pensarse, si de paso dan a conocer la marca…
En todo caso, este relativismo que en la actualidad lleva a aceptar la existencia de publicidad en una iglesia no es nuevo en el país. Después de todo, no hay que olvidar que, cuando los franciscanos españoles instauraron la fe católica entre los indios mayas, éstos no tuvieron ningún problema en rezar ante sus santos… aunque en muchas ocasiones escondían representaciones de sus propios dioses dentro de las esculturas a las que adoraban para así cumplir con su antigua religión al mismo tiempo.

Foto: NANCY BLACK. ISAAC HERNANDEZ/MERCURY PRESS

Siempre al acecho

Dar un paseo submarino por las cálidas aguas costeras de las zonas tropicales puede llevar a encontrarse, entre otras sorpresas, con este curioso y nada amigable pez. Pertenece a la familia de los uranoscópidos, mide como máximo 30 centímetros y es conocido como Contemplador de Estrellas Eléctrico (Electric Stargazer). La primera parte de su nombre se debe a que tiene sus saltones ojos situados en la zona superior de la cabeza. Y la segunda, a que detrás de ellos posee dos áreas cargadas de órganos eléctricos capaces de emitir descargas considerables. Gracias a ellas, consigue dejar en estado de shock a sus presas y evitar el ataque de sus enemigos. A esto se une una boca rodeada por pinchos y desmesuradamente grande en relación con el resto del cuerpo, que contribuye a darle el aspecto de pequeño monstruo con el que aparece en esta fotografía tomada por el Museo Británico de Historia Natural. Y en este caso, las apariencias no engañan: lejos de limitarse a mirar al cielo, este animalito es todo un peligro. Al menos, para los peces y pequeños crustáceos que constituyen su dieta habitual y a los que suele esperar semienterrado en la arena.

Foto: Fred Bavendam/Bios

Guapos a rabiar

Todos los años, alrededor de septiembre u octubre, los hombres jóvenes del pueblo nómada africano de los bororo –que vive en las regiones del lago Chad– se ponen sus mejores ropas, se pintan la cara con polvo ocre y brillantina y participan en uno de los concursos de belleza más originales del planeta. Al ganador, que pasará a ostentar el título de hombre más guapo del año, no le basta con poseer unas facciones agraciadas y saber bailar en dos danzas típicas, el yakee y el gervol. Además, debe demostrar que su dentadura y el blanco de sus ojos resplandecen como la nieve, para lo que tiene que aprender a mirar con gracia y a enseñar sus dientes al jurado, compuesto por un grupo de chicas de la zona. Y es que la belleza física es muy importante para este subgrupo de los fulani –un conjunto de pueblos de África Occidental–. El concurso se enmarca dentro del worso, un festival tradicional en el que participan los miembros de todas las familias y en el que, entre otros actos, se homenajea a los primogénitos de cada casa y se dan a conocer los matrimonios establecidos.
Y para aguantar la fiesta con más energía, no falta el lucozade, una pócima local hecha con hierbas y leche.

Foto: Fred Bavendam/Bios

¡Qué rata más rica!

En la cultura occidental, el perro está considerado el mejor amigo del hombre por su fidelidad y nobleza. Pero, ¿alguien se imagina a su leal compañero cocinado a la barbacoa y exhibido como un plato exquisito? Esto es lo que sucede en la ciudad de Guangzhou –al sur de China–, donde las hamburguesas de McDonald’s y los establecimientos de cocina cantonesa coexisten con un restaurante en el que se sirven deliciosos canes y ratas que, colgados de un pincho cual si de jamones ibéricos se tratase, son mostrados a los transeúntes a través de un escaparate. Lo mejor es que, cuando se accede al local, uno puede elegir la pieza que más apetitosa le parezca y lanzarse a su degustación acompañada de verduritas.
De todos modos, aunque aquí pueda parecer repugnante, la carne de perro se come en toda China, en Corea y en Oceanía. Además, en Camboya las arañas se consideran un manjar, así como los huevos de cucaracha en Vietnam, las larvas de chinche en el Asia Tropical o la sangre de vaca en África. De hecho, no debería extrañar si se tiene en cuenta que en España se toman caracoles o conejo, a pesar de que en Reino Unido y Estados Unidos serían incapaces de engullirlos.

Foto: Michael Yamashita/Contact

Entre tinieblas

A pesar de las apariencias, estos niños de la ciudad rusa de Murmansk no toman rayos UVA para ligar bronce, sino que están recibiendo una terapia de luz matinal. La razón estriba en que, según han demostrado diversos estudios, en los lugares en los que la cantidad de sol es menor –por ejemplo, en los de la zona nórdica–, el riesgo de padecer trastornos depresivos es más alto porque se alteran los ritmos circadianos –que controlan el estado de ánimo a través de la secreción de varias hormonas sobre las que influye poderosamente la luz–. Por ello, muchas de las personas que habitan en estos países padecen el llamado Desorden Afectivo Estacional, caracterizado por sensación de fatiga, somnolencia y aumento del apetito y del peso.
Y uno de los tratamientos más utilizados es la exposición a iluminación artificial de una determinada intensidad, lo que contribuye a que las personas se sientan más vitales. En Finlandia, incluso, se han instalado unas lámparas en los autobuses y en el metro con el mismo fin. Por otro lado, este trastorno también se da en los países mediterráneos, aunque sólo en determinadas épocas del año –otoño e invierno–, porque hay menos horas de sol.

Foto: Radial Press

¡Al dente!

En nuestra cultura limarse las uñas es algo normal, ¡pero los dientes…! Esto, en cambio, es lo que practica con absoluta naturalidad la tribu de los alifuru, quienes utilizan una piedra para dar forma a su dentadura. Los Hijos de las Montañas –como se autodenominan– habitan en los bosques de Seram, la más extensa de las 199 islas que forman el archipiélago de las Molucas (Indonesia). En ella viven 200.000 personas y ésta es una de las pocas tribus que apenas tiene contacto con el mundo exterior. Aún hoy es temida por sus supuestos poderes mágicos y su negativa a que los extraños traspasen su territorio –colocan a la entrada leña quemada y flechas, que simbolizan su ira–. Además, los alifuru son conocidos porque antiguamente cortaban cabezas y se dice que todavía celebran las bodas y los ritos de iniciación rebanando una testa. Por otro lado, dan mucha importancia a la caza y para entrar en el mundo de los adultos, los niños tienen que atrapar algún animal. Otro aspecto curioso es que piensan que los vivos deben alimentar a los muertos. Además, realizan ofrendas a sus antepasados para que propicien su fertilidad. Y mientras tanto, los turistas se pasean por el Parque Nacional de Manusuela sabiendo que muy cerca se encuentran los alifuru, tal vez rondando sus cabezas…

Foto: Age Fotostock

Ladrón de culto

Robar a los ricos para dárselo a los pobres. Según la leyenda, eso era lo que hacía el mexicano Malverde y, por este motivo, en la localidad de Culiacán le han elevado a los altares y le han dedicado una capilla donde le rinden culto no sólo rateros, matones, traficantes de drogas y prostitutas, sino también enfermos en busca de un milagro, campesinos que llevan como ofrenda los primeros granos de maíz de la cosecha y pescadores con frascos donde flotan enormes camarones. Las paredes de la capilla –presidida por un enorme busto del santo y donde se puede cantar y tomar cervezas– están cubiertas de frases de agradecimiento a los milagros realizados por este mártir, cuyo culto se ha extendido por la región noroccidental de México y el sur de Estados Unidos entre los grupos de inmigrantes hispanos. Quienes le rezan cuentan que al ser perseguido por la policía, Malverde –un hombre fornido de pelo oscuro y cejas y bigote poblados, nacido en 1871 en un caserío en Mocorito (Sinaloa, Méjico)– cayó gravemente herido, y al saber que el Gobierno daba una recompensa por él, pidió a un compañero que tras morir lo colgara para cobrar el dinero y repartirlo más tarde entre los más necesitados.

Foto: Presslink

Hoyos en el desierto

¿Cómo es posible jugar al golf sin hierba y sin estar rodeado de árboles? Cada año a finales de junio en el desierto de Black Rock en Nevada (Estados Unidos) se celebra un torneo en el que los propios jugadores –que deben pagar cerca de 20.000 pesetas por participar– decoran los  greenes con extravagantes dibujos artísticos, realizados con pinturas biodegradables, y los nombran de forma diferente según su decoración. Allí se pueden ver desde enormes tableros de ajedrez con sus fichas hasta auténticos cuartos de estar equipados con todos sus muebles, como el de la fotografía. Así, unos treinta aficionados a este deporte afrontan todos los años por parejas los nueve hoyos del Lucifer’s Anvil Golf Course, un torneo que se juega en un campo de tierra seca y cuarteada que carece de cualquier límite. La idea de esta peculiar competición partió en 1988 del estadounidense Doug Keister, quien quería celebrar de una manera bastante original su cuarenta cumpleaños. Junto a su amigo Lawrence Brown, enterraron tres latas de café en el suelo a modo de hoyos e invitaron a todos sus amigos a lo que ya se ha convertido en un verdadero clásico del golf en Estados Unidos.

Foto: Flash-press

Regálame los oídos

Si un jawi de Patani (Tailandia) pudiera formular cinco deseos, pediría una tierra libre de espíritus malignos, una esposa elegante, un talismán de ágata, un kriss –el tradicional cuchillo tailandés–… y una tórtola. ¿Por qué un pájaro? Porque estas aves suponen la posibilidad de salir de la pobreza. Cada año, a lo largo de todo el sudeste asiático, se celebran concursos de tórtolas cantoras y el cielo se cubre de jaulas. Los jurados se pasean entre ellas, apreciando la intensidad, el ritmo y la finura de las notas emitidas por cada concursante y el dueño de la vencedora puede ganar hasta dos millones de bahts –9.000.000  de pesetas–. Los jawis, tailandeses de religión musulmana, no están integrados en un país donde el 95% de la población es budista. Su economía, basada en la pesca y la fabricación de herramientas, no ofrece muchas esperanzas de obtener un futuro más desahogado. Por eso, la costumbre de criar pájaros para presentarlos a concursos se ha convertido para muchos en un medio de vida. Los animales cuestan hasta cuatro millones y medio de pesetas y las jaulas 70.000. La Universidad de Chiang Mai ha creado incluso una nueva disciplina llamada Canto de pájaro.

Foto: Richard Manin/Images Difussion/Cordon Press

Sacrificios fetales

En los mercados tradicionales de los aymara, un pueblo originario de la región andina de Bolivia y Perú, es habitual encontrar puestos en los que se venden fetos de llamas a un precio que ronda las 2.000 pesetas, una cifra equivalente al jornal de cinco días de un trabajador. Este pueblo los utiliza para llevar a cabo sus rituales en honor a la Pachamama, o madre naturaleza. Para asegurarse cosechas abundantes, en el momento de la siembra los aymara rocían sangre de llama sobre el terreno. Luego, se sientan a mascar hojas de coca que entierran con el feto del animal en el primer surco de la plantación. Cuando llega la época de lluvias, peregrinan hasta las cumbres de los cerros cercanos, donde queman nuevos fetos junto a hojas de coca, dulces y aguardiente para que el humo deshaga los males y caiga la lluvia. Todo este proceso está encaminado a agradar a sus deidades masculinas –las fuerzas de la naturaleza que habitan en los cerros y cumbres altas–, a las que se les atribuye la potestad de brindar la lluvia, el principio fecundador de la Pachamama. El uso de fetos en estos sacrificios en lugar de llamas adultas responde únicamente a que resultan mucho más baratos.

Foto: Juanjo Guréndez

Fuego que purifica

Son las siete de la tarde en la provincia japonesa de Kawana y va a dar comienzo el ritual Hiyondori, uno de los más antiguos del país nipón. Acaba de anochecer y seis jóvenes desnudos de entre 18 y 30 años saltan a las heladas aguas del río Kawana para purificar sus cuerpos con el agua. Una vez han sido depurados, se colocan de pie delante de la entrada del templo Kawana Mampuku, llamada Yakushi Hall, donde comienzan a cantar. Con ello, cada invierno intentan impedir que penetre en su interior el fuego sagrado de la antorcha, que es portada por el taitoboshi, una de las autoridades religiosas de la zona. Este sacerdote, en su afán por introducir la llama en el templo, mueve la tea delante de ellos, mientras los jóvenes gritan al sentir cómo les quema. La ceremonia continúa con las danzas tradicionales: una de ellas la realizan los jóvenes y los sacerdotes cubiertos con máscaras y la segunda la bailan los granjeros. El rito concluye con la ingesta de una especie de sopa de arroz lo que, según la tradición, garantizará la abundancia de lluvia para que pueda crecer este alimento. El Hiyondori fue declarado Patrimonio Cultural Nacional en 1994.

Foto: Britstock/IFA

Repostar a lo burro

Los precios de la gasolina y demás combustibles no sólo suponen un problema en nuestro país. En algunas partes del mundo, como Palestina, la situación resulta aún más grave, debido a la falta de recursos económicos que sufre la mayor parte de la población y que se añade a la complicada situación política que se vive en la zona. El hombre de la imagen intenta paliar el problema comprando la gasolina a las afueras de Jerusalén, donde resulta más barata, y llevándosela luego de vuelta a su país. Para ello, utiliza como medio de transporte un burro que, a pesar de lo que podría parecer, se alimenta con simple y vulgar alfalfa, es decir, como todos. El animal, sin embargo, ofrece una gran ventaja respecto al coche en esta parte del mundo. Si el palestino utilizara un coche o una camioneta para realizar el viaje, se vería obligado a someterse a los estrictos controles de la policía judía en la frontera entre Palestina e Israel. Eso supondría horas de papeleo, explicaciones y un riguroso registro del vehículo. A lomos del animal, el hombre atraviesa la aduana cómodamente y se evita, además, posibles averías mecánicas.

Foto: Flash press

A falta de olas…

¿Qué se puede hacer si eres un fanático del surf y vives en una isla en la que la calma chicha reina todo el año? La respuesta a esta difícil pregunta la ha dado David Mesnard, un monitor de buceo que vive en las Islas Maldivas, lugar en el que las olas brillan por su ausencia. Mesnard ha inventado lo que podría llamarse el surf subacuático, un arriesgado deporte que consiste en aprovechar, si no la fuerza de las olas, al menos sí las potentes corrientes submarinas. Para ello, ha encontrado un canal entre dos atolones que reúne las condiciones idóneas para su invento. La gracia está en  subirse a la tabla pertrechado con unas botellas de oxígeno y dejarse arrastrar al fondo por la violenta corriente. La carrera dura varios minutos y el original surfista se ve arrastrado hasta a 40 metros de profundidad. Es entonces cuando aparecen las mayores dificultades, pues volver a la superficie sin aletas y con una tabla de surf bajo el brazo no es una tarea sencilla. El aguerrido Mesnard ha solucionado este problema con la ayuda de un buceador de rescate. Éste es el  encargado de tirar de él hacia arriba al final de cada
galopada submarina.

Foto: Pierre Martin Razi / Photoceans / TCS

Malditos roedores

Para los gatos del mundo entero Bombay sería todo un paraíso. En esta populosa ciudad india hay nada más y nada menos que cinco ratas por habitante.
Este roedor es un animal sagrado para el hinduismo, la religión oficial de este país. Sin embargo, algunos habitantes de esta ciudad temen las enfermedades que puede acarrear y, para disminuir su número, han ideado un nuevo trabajo municipal, el de cazarratas.
Mientras los demás duermen, estos peculiares cazadores recorren las calles al acecho de sus peludas víctimas. Como si de una patrulla policial se tratara, estos funcionarios patrullan seis noches a la semana en grupos de dos o tres. Su equipo de trabajo consiste en una vara con una punta de metal afilada, una bolsa y una linterna. Su atuendo se caracteriza por unos pantalones cortos y los pies descalzos. De esta guisa, las brigadas cazarratas esperan a que el bicho salga de su escondite y, con una habilidad increíble, usan los pies para pisar la cola del animal y rematarlo después con la vara. Anand Kambale es uno de los cincuenta valientes que luchan cada noche contra los sesenta millones de ratas que invaden las calles de Bombay.

Foto: Johannes Odé/TCS

Apetito sexual

Ya ni siquiera las garrapatas tienen intimidad en sus momentos privados. El microscopio ha pillado in fraganti a una pareja en pleno acto sexual… aunque ellas han seguido a lo suyo. Durante la copulación, el macho de la garrapata Ixodes sp aprovecha que la hembra está distraída alimentándose de la sangre de algún huésped –un mamífero, un pájaro o un reptil– para acercarse a ella y abrir su órgano sexual. Después, deposita en la abertura una bolsa con su esperma y, para asegurarse de que no se cae, la empuja hacia dentro ayudándose con su cabeza y sus patas. Y todo esto a pesar de que su compañera es mucho más grande que él –algo conocido como dimorfismo sexual–. El volumen de la hembra se debe a la gran cantidad de sangre que chupa y acumula en su interior, manteniéndola líquida mediante sustancias anticoagulantes que el propio parásito segrega.
Las garrapatas transmiten diversas enfermedades de tipo microbiano a los humanos. Concretamente, la Ixodes sp es conocida por ser un vector del llamado Mal de Limo, que puede provocar una debilitación crónica y causar problemas en los músculos, los huesos, el corazón y el sistema nervioso central.

Foto: A.G.E. FOTOSTOCK

Cópula divina

Hay coitos sobrenaturales, y más si los amantes tienen rango de dios. Para el sintoísmo, la religión  más extendida en Japón, los dioses representan las fuerzas de la naturaleza y, según sus creencias, el Padre Cielo tiene la responsabilidad de fecundar a la Madre Tierra para que todo se reproduzca y crezca. Así, en la pequeña ciudad de Komaki, al norte de Nagoya, sus habitantes simbolizan esta cópula divina con falos tallados en madera de ciprés. El encuentro tiene lugar en el Festival para un Año Próspero (Hounen Matsuri), donde los fieles piden a sus dioses una buena cosecha o el don de la fecundidad. La procesión principal comienza en el santuario Shinmei Sha, de donde parte un venerable pene de 2,5 metros de longitud, 60 centímetros de diámetro y 400 kilos. Para portarlo se turnan 60 varones, todos de 42 años. Les llaman Taku Otoko  ­–hombres vulnerables– porque consideran que a esta edad necesitan ayuda en su masculinidad. Durante el festejo, el sacerdote esparce sal para purificar la tierra, los músicos tocan el Gakuraku, una melancólica melodía y las mujeres reparten sake y pasteles de arroz. El rito termina en el Tagata Shrine, santuario de la Madre Tierra.

Foto: The cover story

Nada que esconder

Vincent Bethell se siente orgulloso de su cuerpo. Por eso no tiene ningún problema en salir desnudo a la calle ni en subirse de esta guisa a una farola frente al edificio de la Corte Real de Londres, como demuestra la foto. Es más, está decidido a defender su derecho a vivir sin ropa, aún a costa de su  libertad. Precisamente, su afán por mostrarse como Dios le trajo al mundo fue lo que provocó su ingreso en la cárcel londinense de Brixton, donde ha estado cinco meses en prisión preventiva. Pero ni siquiera esto le hizo cejar en su empeño y, cuando llegó el momento de su juicio, se negó a vestirse, convirtiéndose así en el primer hombre que comparece desnudo ante un juez de un tribunal británico. Al final, su grito de guerra “ser humano no es un crimen”, fue escuchado y el tribunal le absolvió por unanimidad. A pesar de su victoria, Bethell, que participa en la campaña Freedom to be yourself –Libertad para ser uno mismo–, es consciente de que salir a la calle desnudo en pleno invierno es un tanto excéntrico y asegura que, si le dieran la oportunidad de elegir, llevaría ropa. Pero, como dice, la cuestión no es hacerlo, sino poder hacerlo. Y hasta que este derecho no sea reconocido, piensa continuar con su campaña.

Foto: Brabo Press

Descanso eterno

La fiesta de Kumbh Mela se celebra en la India cada doce años. Millones de fieles se reúnen a orillas del Ganges para purificar sus almas en uno de los cuatro lugares en los que, según la leyenda, los dioses dejaron caer unas gotas de ambrosía mientras huían de los demonios, con quienes no deseaban compartirla. El elixir divino está representado hoy por las aguas del río y el carácter sagrado de los rituales llega hasta el punto de considerar inmortal a quien fallezca durante su celebración. Es el caso de Junargarh Dola Pura Birnar, un jefe religioso de la secta Juna Akkara que, a sus 130 años, murió en su tienda de campaña durante el pasado Kumbh Mela, el 25 de enero. Sus compañeros nagas –hombres sagrados–?colocaron su cuerpo en la postura del loto, sujetaron su cabeza con el brazo de una silla, le cubrieron de guirnaldas de flores y acariciaron sus pies en señal de veneración. A pesar de la prohibición de celebrar funerales durante esta fiesta, condujeron el cadáver hasta una barca y desde ella lo arrojaron al Ganges. Mientras su cuerpo se sumergía en el agua, su espíritu escapaba a la cadena de sucesivas reencarnaciones para ir a descansar eternamente junto a los dioses.

Foto: Sipa Press