El cine no siempre ha sido como lo hemos conocido. Las primeras películas se filmaban casi del tirón en un único escenario, se narraban de forma lineal, sin elipsis ni saltos temporales, sin primeros planos, y había que ir cambiando el ángulo desde el que se filmaba a los actores según daba la luz a cada hora del día.
Poco a poco, los directores más revolucionarios fueron ideando recursos para enriquecer sus filmes y poder representar en la pantalla el paso del tiempo o resaltar los detalles y los rostros de los intérpretes. Pero el público se sentía desconcertado ante estas novedades. Así, cuando un cineasta tuvo la ocurrencia de hacer algo jamás visto, narrar varias historias alternándolas unas con otras, en vez de contarlas de forma consecutiva, el resultado fue que los espectadores no entendieron nada.
Peor aún fue la primera vez que vieron un tren avanzar a toda máquina hacia la pantalla y un pistolero disparando en primer plano, porque el pánico se desató y la gente huyó despavorida.
A estas alturas del siglo XXI, esas anécdotas nos pueden sorprender, dado que actualmente hasta un niño de corta edad entiende esos recursos cinematográficos que asombraban a nuestros antepasados (como el flashback, el montaje simbólico…).
No es que en la actualidad seamos más listos que los espectadores de antaño. Es que generación tras generación nos hemos ido familiarizando con los recursos y secretos del lenguaje cinematográfico, y lo que en sus inicios era vanguardista e incluso revolucionario, hoy ya está presente hasta en las películas de dibujos animados y en los productos destinados al público infantil.
Te proponemos descubrir en las siguientes páginas los principales hallazgos narrativos y estilísticos
que cambiaron el cine para siempre, y cómo se habituaron los espectadores, una vez pasado el estupor inicial que les provocaban algunas de las primeras películas mudas, a convertirse en auténticos expertos en el arte cinematográfico, capaces de buscarle las vueltas al último delirio de David Lynch. ■ Vicente Fernández
Una primitiva proyección cinematográfica en París, en 1906.
El monumental episodio babilónico de Intolerancia, de Griffith.
El mismo filme también recrea la matanza de los hugonotes.
En los inicios del cine, el concepto de decorado era inexistente. Los primeros filmes se rodaban en interiores casi desnudos, con sillas y mesas como único atrezo, y el francés Georges Méliès tuvo que recurrir a telones pintados para simular el espacio en Viaje a la Luna. Fue David W. Griffith el primero en fabricar expresamente unos decorados de cartón para Intolerancia (1916). Pero seguían siendo un mero telón de fondo, ya que aparecían siempre al final del plano y los personajes se limitaban a pasar por delante. Al italiano Giovanni Pastrone se le debe el concederles un papel predominante en Cabiria (1914). En este filme (cuyos rótulos estaban escritos por el escritor Gabriele D’Annunzio), hizo construir por primera vez escenarios a tamaño natural (en la foto), filmándolos de modo que realzaba la profundidad de campo, y haciendo que los actores y la cámara se introdujeran en ellos.
Una película puede durar hora y media, pero la narración tal vez abarque días o años. Los pioneros del cine tenían que usar rótulos para justificar un salto temporal sin desconcertar al público. Fue Georges Méliès quien ideó los fundidos en negro para enmarcar las elipsis. Poco a poco, los cineastas comenzaron a usar recursos más complejos para este fin, hasta llegar a 2001. Una odisea del espacio (1968), donde Stanley Kubrick realizó un encadenado de imágenes para simbolizar la mayor elipsis temporal de la historia del cine: el plano del hueso que un primate lanza al aire se funde con el de una estación espacial.
2001 Odisea en el Espacio
En solo dos escenas, 2001 resume todo el proceso de la evolución humana.
Las imágenes no mienten”. Esa fue una verdad absoluta en el cine durante décadas. Las palabras de un personaje podían ser falsas, pero lo que se veía en una escena tenía que ser cierto. Hasta que Alfred Hitchcock lo puso todo “patas arriba” con Pánico en la escena (1953), haciendo que al final se revelase que todo lo que aparecía en la escena clave del filme era falso. Así, el director escenificó por primera vez una mentira en imágenes mediante un flashback. Kurosawa fue aún más lejos con Rashomon (1954). En este filme (foto superior) varios personajes cuentan su versión de un mismo suceso. Pero ninguna coincide.
La iluminación fue el mayor reto al que tuvieron que enfrentarse los pioneros del cine. Las primitivas películas tenían tan poca sensibilidad que solo la luz natural lograba plasmar en ellas las imágenes. Por ese motivo, las primeras cintas de la historia se rodaron en exteriores y en días soleados. En 1876, Edison inventó el Black Magic, un estudio de rodaje con una claraboya que, por medio de un sistema de espejos, proyectaba la luz hacia el centro del espacio. El inconveniente era que los actores debían ser filmados de un lado u otro según la hora del día que fuese. Méliès fue el primero que usó la luz artificial en el cine, cuando filmó en 1901 la actuación de un cantante llamado Paulus usando más de treinta lámparas de arco para iluminar la escena. A partir de ese momento, la iluminación natural quedó erradicada del cine. Hasta que en 1975 Stanley Kubrick y el fotógrafo John Alcott recurrieron a ella para filmar Barry Lyndon. Las escenas de exteriores alumbradas solo con la luz del sol, y las de interiores con centenares de candelabros y velas.
La imagen que desató el pánico
Es imposible concebir el cine, tal y como lo conocemos actualmente, sin la existencia del llamado plano detalle. El primero en recurrir a esta técnica fue el británico George A. Smith, en 1897, aunque la usó con una finalidad docente, y no artística: intercaló un primer plano para mostrar lo que se veía a través de una lupa en un documental científico. Para ver el primer inserto de la imagen de un personaje en un filme de ficción hubo que esperar hasta 1903, con Asalto y robo de un tren (el primer western de la historia). El director rodó a uno de los protagonistas disparando hacia la cámara. El efecto fue tan impresionante que en las primeras proyecciones el público huía despavorido. Años después, en 1928, Carl T. Dreyer filmó La Pasión de Juana de Arco (1928), único filme rodado integramente con primeros planos.
Cómo se recrean los recuerdos en el cine? Mediante un flashback. El primero en usarlo fue el francés Ferdinand Zecca, en Historia de un crimen (1901), aunque de forma muy rudimentaria. El protagonista, preso en una celda, veía cómo en un escenario giratorio se evocaban los episodios que le llevaron a la cárcel. Este recurso se volvió cada vez más sofisticado hasta llegar al flashback más retorcido de la historia en Sunset Boulevard (1951) de Billy Wilder, donde un muerto cuenta la historia.
Una escena con 170 planos
Griffith inventó el montaje paralelo de acciones, pero el ruso S. M. Einsenstein fue el creador del llamado montaje fragmentado.
El director soviético acabó con la costumbre de filmar todas las escenas con planos generales, insertando en la acción decenas de primeros planos de los rostros y de diversos detalles.
De esta manera realzaba el dramatismo de secuencias tan impactantes como la matanza de las escaleras de Odessa en El acorazado Potemkin (1925). Einsestein también fue el primero en usar el montaje usado con fines simbólicos o metafóricos (con intención política en su caso). En Octubre (1928), por ejemplo, intercaló las imágenes del presidente ruso Kerenski con planos de un pavo real y de una estatua de Napoleón para ridiculizar sus ansias de grandeza.