En el rompehielos de Papá Noel (Laponia)

En la Laponia finlandesa, en lo alto del mar del Norte, opera el único rompehielos turístico del mundo: el Sampo, de 3.540 toneladas. Después de abrir camino durante 30 años por el Ártico, realiza viajes de 4 horas en los que se puede sentir cómo cruje la capa de hielo, de hasta 8 metros de grosor. Y si te atreves, te plantas un traje como el de la foto y te bañas en el invierno de –40ºC que hace fuera.

Veraniego invierno en la Rose Parade (Los Ángeles)

Las floridas carrozas de este desfile por Pasadena (Los Ángeles) simbolizan desde 1890 el orgullo en la región: su paradisíaco invierno (“mientras nieva en Nueva York, aquí florecen las rosas”). Antes hacían carreras de ostras, o de camellos y elefantes. Hoy participan 24 bandas de música y se juega la Rose Bowl.

Feliz cumpleaños, Emperador (Tokio)

El cumpleaños del emperador Aki Hito (1933) es fiesta nacional, y uno de los dos únicos días del año –el otro es el 2 de enero– en que se puede visitar el imponente Palacio Imperial. Este día, entre las 10 y las 11,30 de la mañana, la familia imperial sale 3 veces al balcón para saludar a la multitud que la felicita. En el jardín hay un museo de artículos relacionados con la familia imperial.

Un castillo con hotel y sin calefacción (Finlandia)

Hasta bien entrado el mes de abril, la gran atracción de la ciudad lapona de Kemi es su enorme castillo de hielo, el LumiLinna. Este monumento se levanta cada año, ya que en primavera comienza a derretirse. Por dentro es una especie de complejo turístico de hielo en el que hay cafetería, tiendas, hotel e iglús donde pasar el día y la noche completos. Sólo entrar cuesta 16 euros.

Buceo bajo el hielo en el lago Tignes (Francia)

Imagínate buceando bajo una capa de hielo de un metro de grosor en el lago donde se rodó El gran azul, de Luc Besson. Esto sólo puede pasar en invierno y en plenos Alpes franceses, en la estación de montaña de Tignes. Aunque el agua está casi a 0ºC, con un buen traje de Neopreno sólo estarás pendiente de la vida submarina. Unos monitores te acompañan, y lo mejor es que no hace falta experiencia.

Cuadros de Rubens que se derriten (Amberes)

En el Festival de Nieve y Hielo de Amberes (Bélgica), 250 toneladas de bloques de hielo y otras 25 de nieve sirven para que 40 escultores recreen las obras de Rubens, que es el tema de este año. La exhibición se mantiene a -5ºC, y la preside un monumento helado al pintor y a su obra Adán y Eva. Es sólo una de la enormes piezas que hay. También puedes tomar algo en el bar de hielo; por supuesto, en vasos de hielo.

El ‘idiotismo’ del Payaso Slava (Amsterdam)

El mejor payaso del mundo define su arte como “idiotismo expresivo”. El ruso Slava Polunin muestra en el Teatro Fabriek de Amsterdam su nuevo Snowshow. En él, la nieve cubre el escenario, las butacas y el público. Slava siempre ha roto moldes con sus proyectos, como la reunión de mimos de 1982, con 800 payasos de toda Rusia.

Todo el exotismo del Sahara en el festival de Douz (Túnez)

Luchas de camellos, carreras a caballo de meharis (los soldados beduinos), cacerías de liebres con galgos, bodas bereberes… El Festival Internacional del Sahara celebra las artes y tradiciones del desierto. En él participan también jockeys y artistas de 24 países, como Argelia, Egipto, Kuwait, Nigeria y Sudán, pero también de países europeos, e incluso de Corea del Sur. Douz es la ciudad tunecina conocida como la Puerta del Desierto.

Año nuevo junkanoo, en Nassau (Bahamas)

Cada 1 de enero, los nativos de la isla de Nassau (Islas Bahamas) se lanzan a la calle ataviados con vistosos trajes formados por pequeñas piezas de papel. Se desconoce de dónde parte esta tradición ancestral en la que grupos de hasta 400 miembros (a modo de peñas) compiten ferozmente por el premio al mejor vestuario. La fiesta se prolonga durante toda la noche, mientras los jueces declaran un ganador.

La noche de Los Rábanos, en Oaxaca (México)

Durante la noche del 23 de diciembre, cientos de esculturas blancas y rojas con motivos folclóricos pueblan el centro de la ciudad  de Oaxaca (pronúnciese “Juasaca”). Lo asombroso es que están hechas con rábanos gigantes que crecen en esa región, y que esculpen a golpe de cuchillo, navaja o palillo.