El acantilado rojo. La obra que casi se va a pique
La historia, dirigida por el afamado John Woo, cuenta la batalla del Acantilado Rojo, un enfrentamiento crucial en la historia china. Según los registros, el clímax de la batalla ocurre cuando el comandante Huan Gai envía una carta de rendición (falsa) al general enemigo. En ella se asegura que en breve llegarán todos los barcos a puerto para ponerse a su disposición. Las naves llegan, es cierto, pero se trata de estructuras incendiarias que, al tocar el muelle, arden y queman también la flota adversaria. Cuando Woo recreó esta escena, con decenas de barcos ardiendo en un caos de llamas, el fuego se descontroló. Tres personas salieron ligeramente heridas, pero el especialista Lu Yanging, de 23 años, perdió la vida cuando unos cilindros de gas estallaron.
Roar. El gran rugido. Una salvajada
Indudablemente, el Oscar al desastre en una película se lo lleva esta obra. Dirigida y protagonizada por la pareja formada por Tippi Hedren y Noel Marshall, es una idea que solo a un Hitchcock con sed de venganza, y un poco de psicopatía, se le habría ocurrido. La historia gira alrededor de un hombre que vive con un centenar de felinos salvajes, encantado de la vida pero alejado de su familia, que decide visitarle… justo cuando él no está en casa. Pero los animales sí.
Durante la filmación hubo más de 30 animales casi salvajes, entre tigres, leones y guepardos, que se paseaban por el set sin ningún control. Esto provocó que 70 miembros del equipo de rodaje sufrieran heridas graves. La hija de Hedren, Melanie Griffith, quien también participó en la película, fue atacada por un león y tuvieron que suturarle las heridas con 50 puntos. Hasta se pensó que perdería un ojo. Marshall fue atacado tantas veces que se le diagnosticó gangrena en una pierna, y su mujer fue lanzada al aire por un elefante. Cayó al foso de los leones, aunque solo se lastimó la espalda.
Colores de guerra. Un desastre anunciado
La historia que llevó al celuloide Dennis Hopper relata el conflicto de dos pandillas reales de Los Ángeles: los Crips y los Bloods. Hasta ahí podría tratarse de otra película más. El problema es que Hopper buscaba, más que nada, realismo. Y contrató como extras a los propios pandilleros. Uno de los carteles publicitarios de la película afirmaba: 70.000 pandilleros, un millón de armas, dos policías. Pese a que ningún miembro de una banda actuaba en territorio ajeno, en ciertos momentos era inevitable la intersección. Así fue como murieron 10 figurantes en tiroteos provocados por las bandas.
Jumper. Cargar con la culpa
Hay veces que no son los actores ni los extras quienes sufren los accidentes. En ocasiones es, simplemente, mala suerte. Muy mala. Eso ocurrió en el rodaje de esta cinta de ciencia ficción. El protagonista, Hayden Christensen, había terminado de rodar una escena y pese a que el director, Doug Liman, estaba conforme con el resultado, Christensen aseguró que podía hacerlo mejor. Liman accedió, pero mientras se preparaba el estudio, una parte del decorado, un trozo que simulaba una pared hecha con arena y piedra cayó encima de tres escenógrafos. Dos de ellos resultaron heridos, pero el tercero, David Ritchie de 56 años, perdió la vida.
Triple x. El fino hilo de la ética
Este filme, protagonizado por Vin Diesel, es una secuencia tras otra de acciones de riesgo: saltos desde puentes, persecuciones en bólidos y paracaidismo. Justamente esta actividad fue la responsable de la muerte del especialista Harry O’Connor, el doble de acción de Diesel. Durante una de las escenas finales, O’Connor debía soltarse de un paracaídas y aterrizar en el Puente Palacky, de Praga. La primera toma fue perfecta y se puede ver en la película. Pero el director, Rob Cohen, quiso tener una segunda opción para editar, y la hizo repetir. La mala suerte, un golpe de viento o una desatención momentánea, todavía no se sabe a ciencia cierta, hizo que el doble se chocara de frente contra uno de los pilares del puente y muriera en el acto. O’Connor tenía una amplia experiencia en la industria y había colaborado en otras películas.
Ben Hur. Estrellarse o estrellato
Una película que gana 11 Oscars no puede permitirse el lujo de tener una mancha en su historia. Ni siquiera si se trata de una probablemente falsa. Según se cuenta, durante el rodaje de la mítica escena de la carrera de cuadrigas murió el especialista que hacía las escenas de riesgo de Stephen Boyd (Mesala en el filme). Los hechos nunca se han podido demostrar. Aunque sí se sabe que mientras se rodaba la carrera varios actores sufrieron esguinces y torceduras. El especialista Joe Canutt , hijo del mítico Yakima Canutt y doble de Charlton Heston, sufrió un corte muy aparatoso en el rostro cuando su caballo saltó por encima de otro carro romano. Joe salió despedido por encima de su cuadriga y aterrizó en el caballo. Afortunadamente, pudo recuperar el control sobre el animal. La escena quedó tan bien que se incluyó en la película.
Solo para tus ojos. Cuando no todo va sobre ruedas
Dado el vértigo presente en las persecuciones que exhiben las películas de James Bond, era estadísticamente inevitable que en algún momento ocurriera una tragedia. Y sucedió cuando Roger Moore, en plena escapada de sus enemigos, se sirve de un trineo, más precisamente de un bobsleigh o bobsled. Durante el rodaje, uno de estos bólidos que pueden llegar a los 200 km/h, dirigido por el especialista Paolo Rigon, se dio la vuelta por completo y Rigon quedó atrapado. Las heridas provocadas por el accidente resultaron demasiado graves y murió en el hospital al día siguiente. Teniendo en cuenta que gran parte de la acción transcurría en los Alpes y que el protagonista, Roger Moore, le teme a las alturas, es una suerte que nada más ocurriera.
En los límites de la realidad. Una de esas explosiones malditas
A través de varias historias de terror y misterio, esta obra pretendía recrear el éxito de la famosa serie de televisión que llevó el mismo título. En el rodaje de uno de los episodios, el actor Vic Morrow debía escapar de una sucesión de explosiones a través de un terreno fangoso. Llevaba a dos niños de la mano y varios helicópteros sobrevolaban el terreno. Desafortunadamente, una de esas explosiones derribó un helicóptero que cayó a tierra y decapitó al actor. Lo más terrible es que aplastó a los dos niños vietnamitas: Myca Dinh Le y Renee Shin-Yi Chen. El accidente cambió las medidas de seguridad utilizadas cuando se trabaja con niños. La escena no fue incluida en la película, aunque sí forma parte de Traces of Death, un vídeo que contiene cortes de varios accidentes y muertes reales en la gran pantalla.
Shark!, Arma de dos filos. Cátedra de mal gusto
Seis años antes de que Spielberg filmara Tiburón, en 1969, el director y escritor Samuel Fuller llevó a la pantalla Shark! La historia transcurría en el Mar Rojo y trataba sobre unos cazadores de tesoros en un mar infestado de tiburones. En una escena, en la que el especialista José Marco debía enfrentarse a uno de estos animales, alguien no supo sedarlo correctamente. Y el tiburón, ante los golpes de Marco, devolvió el ataque y causó la muerte del especialista. Toda la escena fue grabada, aunque no llegó a incluirse en la versión final de la película. Los productores no solo utilizaron lo ocurrido para promocionar el filme, sino que también cambiaron el nombre original, Caine, el nombre del protagonista, a Shark! (tiburón).
Los mercenarios 2. Falta de seguridad
Otro fan de las explosiones en sus películas es Sylvester Stallone. En esta cinta, que mezcla acción con humor y de la que se han filmado tres partes, la dosis de efectos especiales se pretendía duplicar. Desgraciadamente, Kun Liu, doble del actor Sylvester Stallone, murió mientras rodaba una escena. El accidente ocurrió en un contenedor, cuando la víctima y otro doble preparaban una explosión en un barco. Según relataron algunos testigos a la prensa, no se contaba con las medidas pertinentes de seguridad y la deflagración mató a Liu e hirió de consideración a otros dos miembros del equipo.