Puedes verlo, puedes tocarlo, puedes fijarte en todos sus detalles, pero no puedes entenderlo. Este curioso manuscrito fue adquirido por el bibliófilo lituano Wilfrid M. Voynich en 1912 y conservado hasta nuestros días en la Biblioteca Beinecke de libros raros y manuscritos de la Universidad de Yale. Como podéis ver en las imágenes se trata de un libro ilustrado. Y poco más podemos decir de él, pues su contenido es completamente desconocido al igual que el autor y su idioma, al que popularmente se le llama voynichés. Según sabemos, esta escritura itálica apareció en Florencia después del 1400, pero ha sido imposible conocer qué valores fonológicos hay que dar a cada signo, por lo que resulta completamente imposible leer o pronunciar las palabras escritas en el texto. Lo único que los expertos han logrado averiguar durante todos estos siglos, es que el misterioso lenguaje se lee de izquierda a derecha.
El manuscrito Voynich está considerado el Santo Grial de la criptografía histórica, aunque también tiene muchos detractores que aseguran que se trata de un engaño muy elaborado y que solo es una secuencia de símbolos elegidos al azar que no tienen sentido. Lo único que científicos de la Universidad de Arizona sí han logrado demostrar en 2009 gracias a una prueba de carbono 14, es que el códice data de entre 1404 y 1438. Además, el McCrone Research Institute de Chicago analizó la tinta y aseguró que también databa de esa fecha, lo que confirma que el códice es un autentico documento medieval.
Los expertos aseguran que está escrito de forma fluida, por lo que se deduce que el autor sabía lo que estaba escribiendo y no elegía símbolos al azar. Otra investigación publicada en 2014 por el botánico Arthur Tucker, concluía que el documento podría tener origen mesoamericano por las distintas plantas que habían sido ilustradas en él y por el formato de dichas ilustraciones, muy común en imágenes botánicas del siglo XVI en México. Ese mismo año, Stephen Bax, profesor de la Universidad de Bedfordshire (Reino Unido), aseguraba que había descifrado una parte del texto. Según explicó, sus investigaciones de Bax confirmaban que el documento no era un fraude y que podría tratarse de un tratado sobre la naturaleza en alguna antigua lengua de Asia u Oriente Próximo. El lingüista solo consiguió descifrar el texto de forma parcial, pero animó a la comunidad científica a unirse a su investigación. Por ahora, el contenido del manuscrito sigue siendo un misterio.
Fuente: mashable.com