¿Por qué no deberías dar zumos de frutas a tus hijos pequeños?

La Academia Americana de Pediatría acaba de ser contundente con la decisión sobre los zumos de frutas: no debemos dárselos a los niños. 

Se trata de un alimento a los que los padres recurren muy frecuentemente, convencidos de que es saludable para los más pequeños. Pero, aunque sea hecho en casa, lo cierto es que hay que tomarlo con precaución.

Según la Asociación, no se debe sustituir la fruta por el zumo por razones nutricionales. Al exprimir o licuar la fruta, el alimento no solo pierde su fibra, sino que se convierte en agua con una gran cantidad de azúcar, perdiendo todas sus propiedades.

Además, los carbohidratos de los zumos no se absorben bien, por lo que, a pesar de lo que se creía hasta ahora, pueden empeorar una diarrea infantil en lugar de hacer que desaparezca.

Para los pediatras de la Asociación, las cantidades recomendadas serían las siguientes: niños menores de un año, nada de zumo. Entre uno y seis años, 118 mililitros al día (equivalente a media taza). Y para los pequeños de más de siete años, 236 mililitros al día (equivalente a una taza).

 

Fuente: pediatrics.aappublications.org

La temperatura afecta al peso de los bebés

Según una nueva investigación, un clima demasiado frío o cálido puede afectar al peso de los bebés al nacer.

Según una investigación realizada por el Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano Eunice Kennedy Shriver, aquellas mujeres que experimentaron un clima inusualmente cálido o frío tenían un mayor riesgo de dar a luz bebés con bajo peso.

Teniendo en cuenta que el cambio climático global se caracteriza por un aumento de fenómenos meteorológicos extremos, «estos resultados ponen de manifiesto la necesidad de ahondar en esta investigación, así como concienciar a la salud pública de los posibles efectos adversos de la temperatura local extrema durante el embarazo «, explicaron los investigadores en una investigación que será publicada en el próximo número de la revista Environmental Research.

Para llegar a estas conclusiones, los investigadores analizaron los expedientes médicos de más de 220.000 bebés nacidos en 19 hospitales de EEUU entre 2002 y 2008. Relacionaron estos datos con el clima que había habido en esas zonas en cada nacimiento y después calcularon una media de temperatura para cada trimestre, así como la temperatura media durante todo el embarazo.

Los resultados mostraron que las mujeres que fueron expuestas a un clima inusualmente frío en el segundo y tercer trimestre, o un clima inusualmente caliente en el tercero, fueron de un 18% a un31% más propensas a tener bebés de bajo peso al nacer, en comparación con aquellas que fueron expuestas a un clima más templado en el segundo y tercer trimestre.

Fuente: livescience.com

¿Las papillas caseras son buenas para los bebés?

La comida casera siempre ha gozado de buena fama. Y lo que vale para los adultos también es aplicable a los recién nacidos. Así lo revela un nuevo estudio realizado por miembros del Instituto de Investigación del Centro de Salud de la Universidad McGill y el Hospital de Niños de Montreal.

Los investigadores analizaron como la dieta influye en el peso y el desarrollo de los bebés. Y lo que descubrieron fue que aquellos que consumían alimentos preparados en casa, mostraban un índice menor de grasa corporal al cumplir un año, que aquellos otros que comían productos industriales.

El equipo analizó la dieta de más de sesenta bebés, catorce de los cuáles solo habían comido papillas hechas en casa. Por el contrario, otros tantos únicamente habían consumido productos comprados en supermercados o farmacias. Y el resto se habían alimentado con una mezcla de ambas.

Al cumplir un año no había diferencias apreciables en el peso y estatura de los niños, ni en su estado general de salud, aunque se si se evidenció que los del primer grupo habían acumulado menos grasa corporal que el resto.

La música

Piensas que todas las canciones infantiles son iguales. Seguro. Pues no.

Que le pregunten al psicólogo del desarrollo Caspar Addyman, que ha dedicado su devoción a la ciencia y a los bebés para escribir una canción que utiliza todos los recursos de la ciencia para, supuestamente, alegrar a los bebés. Para ser más exactos, fue la cantante Imogen Heap quien la compuso, pero Addyman y sus colaboradores estudiaron la bibliografía científica que relaciona la música con lo sentimientos de los bebés, hicieron experimentos con un grupo de infantes de entre seis y doce meses, y desarrollaron la lista de ingredientes que la deberían usarse para que la receta fuera un éxito. Los sonidos graciosos que incitan a interactuar, una voz femenina y energética; sílabas sonoras como “la” y “ba”; un tempo rápido… Todo eso y más, deberían conseguir convertir a bebés mustios y ensimismados en niños felices y juguetones. ¿Lo consiguió?

Juzga por ti mismo. No te pierdas el vídeo (haz clic aquí)

Los bebés recuerdan el idioma de sus primeros meses de vida

Aunque seas español, si en tus primeros meses de vida viviste en Francia (y tus padres hablaban ese idioma delante de ti), tendrás más facilidad que otros para recordar el idioma. Según un nuevo estudio publicado en Royal Society Open Science, los bebés recuerdan los conocimientos de su lengua nativa aunque en ese momento no estén capacitados para hablarla. Según la investigación, consiguen aprender y retener la información del lenguaje mucho antes de lo que se pensaba hasta ahora.

Los investigadores aseguran que el aprendizaje de idiomas en los primeros seis meses de vida se mantiene de forma inconsciente, incluso si el niño es formado para hablar un lenguaje completamente distinto al que se ha mantenido en ese periodo de tiempo. Para llegar a estas conclusiones, los investigadores contaron con 29 niños nacidos en Corea del Sur, pero que fueron adoptados por padres holandeses cuando estos tenían entre seis y 17 meses. Todo apuntaba a que los pequeños no habían aprendido su lengua natal y, como es natural, fueron educados con el idioma holandés. 

Durante la investigación se enseñó a los niños a identificar y reproducir varias consonantes coreanas durante dos semanas. Y ¿sabéis qué? que fueron capaces de reproducirlas con una exactitud asombrosa.

Para contrastarlo con otros niños nacidos en los Países Bajos, realizaron un grupo de control al que sometieron al mismo experimento. Los resultados dejaron bastante claro que no tenían la misma facilidad que los nacidos en Corea del Sur.

 

¿Por qué los bebés deben dormir con sus padres los primeros seis meses?

Según la Academia Americana de Pediatría (AAP), los bebés deberían dormir en la misma habitación que sus padres los primeros seis meses (e incluso el primer año), eso sí, respetando su espacio y no en la misma cama.

Estas nuevas directrices de la AAP implican un llamamiento a los padres para que valoren la importancia de esta decisión, que no es baladí. Según el doctor Paul Jarris, «compartir la habitación tiene mucho sentido». Además, «puede reducir el riesgo de muerte súbita en un 50%».

 

La afirmación es bastante coherente. Tener el bebé cerca permite una monitorización más sencilla y poder calmarlo o alimentarlo según sus necesidades. Además, «dado que el bebé está próximo a los padres, estos podrían notar cualquier problema con más rapidez».

Los científicos también reconocen la importancia de que los bebés tengan su propio lugar para dormir dentro de la habitación de los padres, como una cuna, pero nunca otro tipo de superficie como un sofá o un sillón. Tampoco es recomendable que los recién nacidos duerman en la misma cama que sus padres. «Se puede llevar a los bebés a la cama para alimentarlos», pero nada más.

También se recomienda a las madres que amamanten a sus hijos en la cama, que eliminen almohadones o cualquier otro objeto que pueda asfixiar al bebé si se quedan dormidas. Según los datos, en Estados Unidos fallecen en torno a 3.500 bebés por este hecho. 

Otras recomendaciones de seguridad de la AAP son poner al bebé boca arriba en una superficie firme, mantener las mantas, almohadas o juguetes blandos fuera de la cuna y no exponer al bebé a sustancias como el alcohol, el tabaco o drogas ilegales.

La contaminación

Reducción del perímetro craneal y menor crecimiento fetal pueden ser consecuencias de varios factores como el tabaquismo o el exceso de peso, pero también de la contaminación atmosférica legal, según una investigación publicada por Lancet Respiratory Medicine. 

Para llegar a estas conclusiones, los científicos analizaron un total de 74.000 embarazos de mujeres de catorce países de la Unión Europea, 2.623 de ellas españolas mediante el proyecto Inma-Infancia y Medioambiente.

Marie Pedersen, una de las investigadoras y miembro del Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental (Creal), destaca en su estudio que los niveles medios de exposición de la población estudiada estuvieron entre 10 y 30 μg/m³. Porcentajes por debajo del 10%, reducirían en un 22% los casos de bajo peso al nacer, explica.

Los vehículos diésel y la producción industrial son fundamentalmente las responsables de la emisión de estas partículas. Los límites aconsejados por la Unión Europea son de 25 μg/m³.