¿Recuerdas los viajes interminables en el Seiscientos con la baca cargada hasta los topes de equipaje?
León Arsenal, en este libro de Edaf, nos invita a pasear por las playas de nuestras costas, transmitiendo el sabor de esa época en un relato repleto de fotografías e ilustraciones.
Aquellos fabulosos veraneos, es una ventana al pasado que se abre a los paisajes, situaciones e iconografía de la época: el balón de Nivea, el Seiscientos, el Toro de Osborne, las botellas de Revoltosa y los filetes empanados.
La enorme piscina del Parque Sindical, en Madrid, resto superviviente del gran proyecto de la Playa de Madrid y siempre abarrotada pese a sus grandes dimensiones.
Uno de los iconos de los veraneos de la época. En ruta con el Seiscientos cargado hasta arriba.
Los viajes eran eternos y azarosos.
El coche más popular fue el SEAT 600 (también conocido popularmente como Seiscientos, Pelotilla, Seílla o Seíta. El primer ejemplar salió de la factoría de la Zona Franca de Barcelona el 27 de junio de 1957.
La Dirección Genral de Turismo y las organizaciones locales incrementaron las campañas de publicidad para hacer más atractiva la visita de turistas a las diversas zonas costeras españolas.
España no explotaba, de cara al turismo, nada de modernidad y sí sus peculiaridades folclóricas. De hecho fue el ministro Fraga quien acuño el «España es diferente».
Imagen de Benidorm al inicio del trazado que habría de desarrollar una ciudad turística vertical.
En 1951 el alcalde de la ciudad Pedro Zaragoza Orts concibe el proyecto de desarrollar una ciudad de vaciones para la clase media.
Rascacielos en primera linea
Benidorm en los años 70.
Un nuevo plan en el 63, plasmaba el sueño de los urbanistas de los años 30: la cudad de bloques verticales entre espacios libres de uso comunitario
«Las suecas», así llamaban a toda extranjera alta y rubia, de paso por nuestras playas en verano.
En la imagen Alfredo Landa en todo su esplendor como encarnación de lavariante más bufa del macho ibérico.
La imagen pertenece la película El puente, de Juan Antonio Bardem.
Gandía fue durante décadas uno de los destinos favoritos de los madrileños sedientos de mar.
El turismo de sol y playa barato y de escas calidad, estaba dirigido a las calses europeas medias-bajas. Estuvo unido a un gran descuido de los aspectos medioambientales y urbanísticos.
La playa de Postiguet a finales de los años 70.